Alguien para quien yo fui como un tío, por cuanto que era íntimo amigo de su padre, Hermann Jegerlehner (Buby, para la familia y los amigos) un hombre de calidad excepcional de quien me honré siendo su amigo. Su repentino fallecimiento por un fortísimo ataque de apoplejía en 1989, poco antes que yo viniera a Estados Unidos, me despojó de uno de mis más grandes amigos.
Curiosamente yo no le llamaba “Buby” sino “Jeger”, una forma apocopada de su apellido, a la que estábamos acostumbrados los demás colegas que compartíamos cierta actividad.
Fui amigo de Hermann desde que él era soltero. Asistí a su casamiento con una gran amiga de mi familia, como lo es Susana, su esposa.
Y de esa unión vino al mundo Sandra.
Hoy día, Sandra, casada con Héctor, tiene una hija, Florencia, y es Psicóloga de profesión, y trabaja mucho con madres que necesitan orientación respecto a la educación de sus hijos y tienen problemas familiares.
Como Psicóloga, es frecuentemente llamada por los medios (diarios, televisión) para dar su asesoramiento o referirse a ciertos temas específicos.
En determinado momento, y con la gran confianza que nos tenemos, Sandra fue una de las contadas personas a las que acudí para que como profesional, me asesorara en una situación compleja en materia de relaciones humanas.
Amplia en sus criterios, sin embargo me advirtió de ciertas cosas y me dijo que no las perdiera de vista.
Le agradecí su consejo. Hoy –1º. de Diciembe de 2011-- su diagnóstico se cumplió, y además, la persona respecto de la cual me advirtió, mostró claramente los signos negativos que en su momento ella me hizo ver, por lo cual le estaré siempre muy agradecido.
Me gusta cuando periódicamente recibo un correo electrónico de ella. Siempre es super espontáneo, como si estuviera dialogando conmigo. Lleno de expresiones familiares y costumbristas, pero por sobre todo, derramando mucho cariño, que agradezco desde el fondo de mi corazón.
Yo quiero a Sandra como una muy buena amiga, pero más la quiero como si fuese una sobrina. Sandra es hoy una atractiva mujer, sazonada en su mediana edad, dedicada a su hogar y a su trabajo, bien conceptuada en su profesión, de la cual me siento orgulloso. Porque como dije al principio, la conozco desde que nació, y para mi sigue siendo la hija de quien fuera mi gran amigo Hermann Jegerlehner, un hombre por muchas razones, fuera de serie.
Por eso, Sandra ocupa un lugar especial entre mis amistades.
Cuando voy a Uruguay, siempre tenemos por lo menos un encuentro, del que participan Susana, su madre, Héctor su esposo, Florencia, la hija, y ella. Momentos gratísimos que paso como en familia, poniéndome al día de cosas familiares, de los estudios de la niña, de la salud de cada uno, y muchas veces recordando anécdotas y cosas de los años en que con su padre, Hermann, compartimos una actividad muy intensa en torno a un tema que nos era muy querido.
enigma
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