Friday, December 23, 2011

¿Tenemos un destino común?

Dos seres, dos habitantes de este planeta, un hombre y una mujer, vivieron cada uno en sus países, en sus ámbitos, sin conocerse, sin saber siquiera el uno del otro.

De pronto, una serie de acontecimientos que se concatenan de manera increíble, que se asemejan a un milagro, determinan que un casual encuentro con una persona en un viaje aéreo, culmine con que él termine coordinando dos semiarios para periodistas en temas de salud.

El último de ellos ocurre en un hermoso lugar, Puerto Vallarta, México, y en un lujoso hotel.

Allí todo es normal, nada especial ocurre en él, pero aparentemente sí en ella, que le reportea, y que durante una breve conversación mientras tomaban café, le confesará años después, que tuvo que resistir a la tentación de besarle.

El hombre, que jamás fue un Don Juan, inexperiente en eso de conocer mujeres, y que tampoco tuvo experiencias en que resultase atractivo para ellas, queda sorprendido y no puede creer cuando ella le dice cosas que le hacen sentir diferente.

Así empieza y se sostiene por internet, una relación que va a conocer miles de mensajes, con días en que entre ambos llegan a intecambiarse 30 mensajes, y algunas semanas en que no hubo nada. Se fueron conociendo a tal grado que no les faltaba más que encontrarse personalmente.

Se fueron queriendo, necesitando mutuamente, necesitando encontrar esos mensajes diarios que hacían al meollo de su misma y fuera de lo común relación. Como lo dijera ella en un breve pero hermoso poema "No puedo vivir sin tí". Afirmación que él compartía en su totalidad en forma recíproca.

Se sabían el uno del otro. Se intuían. Muchas veces vivieron episodios de neta telepatía con mensajes cruzándose al mismo momento, y sobre idénticos temas.

A ello agregaron muchas fotos, instantáneas de la vida de cada uno. Y poesías, hermosísimas expresiones que plasmaban en palabras los sentires de sus corazones. Fueron capaces de vivir aún a distancia, un romance digno de un libro.

Finalmente, se volvieron a encontrar personalmente. Pero los parámetros que determinaron el encuentro eran ya muy diferentes a los del inicial en el ámbito de un seminario. Ahora eran absolutamente y estrictamente personales, privados.

Supieron más de cada uno. Se expresaron su amor personalmente. A ninguno de ambos les cupo dudas de que cada instante así vivido era consecuencia de sus más profundos sentimientos. Y disfrutaron estar juntos, compartir reflexiones serias, chistes, anécdotas, y así descubrirse mutuamente cómo eran.

Ambos se sintieron muy complacidos de verificar sus respectivas maneras de ser. Ambos pudieron pensar con ilusión en un futuro juntos que él le ofreció a ella, sin condiciones ni retaceos de ningún tipo.

Cierto que las circunstancias de ella no eran simples como las de él. Que habían razones de peso que entorpecían llegar a una realidad diferente, distinta, querida por ambos, pero frustrada por una situación dada. Cierto también que la situación dada no tenía por qué quedarse en tal, y que bastaba la voluntad de ella para revertirla y abrir cauce a algo nuevo.

Eso es lo que falló. Eso fue lo que no estuvo, no se dio. Eso fue creando un bloqueo cada vez mayor y un distanciamiento cuasi inconsciente entre ambos, donde lo que ya era y estaba se impuso sobre un proyecto de vida y lo que podía llegar a ser.

El pasado pesó más que el futuro. Lo conocido, así no fuese lo ideal y hasta llegase a ser dramático, por sobre aquello a conocer.

De esa manera, se abrió una brecha entre ambos, y aunque una de las partes casi se cansó de buscar tender puentes, y abrigó permanentemente la esperanza de un futuro unidos, sin embargo, los crudos y crueles hechos, determinaron que eso no fuese así, no se quiso que fuese así, no se luchó porque fuese así.

Y entonces él, que tantas veces se interrogó e incluso le planteó a ella la interrogante: ¿por qué habiendo en el mundo tantos millones de mujeres y de hombres, tenías que ser tú y no otra, y tenía que ser yo, y no otro?, ¿qué misterioso hado, qué cosa mágica increíble trazó ese hilo de plata que unió en la Tierra al Sol y la Luna?, termina por plantearse la pregunta de fondo: ¿tenemos un destino común?

En Septiembre de 2010, todo parecía indicar que era posible. Que dejando andar un poco el tiempo, habría un destino común que diera razón al por qué de aquella experiencia única, extraodinaria, vivificante, de un romance vivido a base de mensajes electrónicos, pero sin embargo tremendamente intenso, verdadero, sincero.

Sin embargo, él intuyó que algo había ocurrido por Noviembre de 2010, que nunca pudo saber exactamente qué fue. Pero en Marzo de 2011, ya las cosas fueron diferentes, y allí ella abrió un abismo que no quiso cerrar más.

Más bien, ella se encerró bajo su caparazón, como lo hace un caracol cuando se arrolla sobre sí mismo.

Surgieron excusas por doquier, el diálogo otrora fluido y agradabilísimo, los chats, intensos y deliciosos, todo ello dejó de ser, para pasar a una aridez desértica, cada vez mayor. A una tierra yerma, incapaz ya de dar frutos, los frutos de un corazón sediento de amor, vibrante, tierno, dulce, mimoso, en fin, los frutos de una mujer cuando ama.

El presente no sugiere nada para el futuro, sino un silencio de tumba, un vacío de muerte.

Él se sigue preguntando si acaso todo lo vivido fue ficticio, fue como un sueño, un espejismo, cuando la realidad era otra. Si todo se vivió como en un universo paralelo, y al volver a éste, tridimensonal y pedestre, del día a día, de lo rutinario, todo se derrumbó y acabó como una construcción en la arena, arrasada por el mar, o como un castillo de naipes.

Y él se pregunta: ¿hay algún sentido en todo esto?, ¿o es como un acertijo al que hay que encontrarle su significado?, ¿por qué pregustar la hermosura de estar juntos, para luego una de las partes decidir una inexorable la separación? ¿qué vida hemos elegido, qué vida buscamos, cómo queremos vivir y con quién?, ¿quién nos proporciona el sabor de la vida y quién lo niega?

Y finalmente, solo, muy solo, él piensa en ella, y aún se pregunta: ¿tenemos un destino común?...

enigma

No comments:

Post a Comment