Hay cadenas gruesas, pesadas, brutales, notorias. Las que imponen ideologías, supuestos partidos revolucionarios y dictaduras, a sus pueblos.
A veces las cadenas se hacen más sutiles, o pretenden serlo. Es el dictador que maniobrando desde el poder acomoda las leyes y la constitución de un país, asegurándose la reelección, a fin de enquistarse en su posición por tiempo indefinido.
Es toda la propaganda, que les es imprescindible e inherente a esos regímenes para auto-justificarse.
Allí es cuando la libertad ofende, cuando la democracia es mala palabra, cuando la autodeterminación, es abominable.
Los regímenes así impuestos necesitan del silencio cómplice y de la palabra aduladora.
Pero en la democracia, en lugares donde hay elecciones periódicas que cumplen con todos los requisitos constitucionales y legales, donde hay partidos políticos que operan con total independencia y libertad, donde la manifestación de ideas es irrestricta, sin embargo hay cadenas más sutiles aún.
La elección no la gane tal vez el mejor, sino el que acumuló más dinero para su campaña política. Las prebendas y favores, están bajo la mesa. No se ven, pero existen, dominan, y pre-condicionan al candidato.
El público cree decidir libérrimamente a quién votar, o supone tener una opinión propia fundamentada en datos, acerca de situaciones internacionales, naciones, gobernantes extranjeros, etc. y también sobre el papel que le correspondería desempeñar a su país en el contexto de las relaciones internacionales.
Pero las cadenas muy sutiles de las cuales ese gran público no tiene conciencia ni sospecha, son las que a través de la mancomunidad de los medios de prensa, diarios, radio y televisión, con el refuerzo si es necesario de seudo-documentales, y películas, le persuaden, convencen y llevan a pensar de la manera que a un núcleo reducido pero internacionalmente poderoso, le conviene que piense.
Hasta actos de masas y manifestaciones, son digitados y financiados desde el exterior de un país, cuando conviene desestabilizarle, cuando su gobernante no es del paladar de los grupos dominantes, cuando es necesario crear las condiciones para una guerra, e ir dando los pasos necesarios para alinear a las masas tras esa guerra, y a ciertas naciones con armas, para que participen con las mismas, con tecnología, y con mujeres y hombres uniformados, en ese conflicto bélico.
Hay quienes son muy hábiles en sacarse las castañas del fuego usando las manos de otros. Esto, después de todo, es historia reciente.
Esas son enormes, fortísimas, pero sutiles cadenas que funcionan en el planeta para enajenar conciencias, y para dominar.
Pocos, muy pocos, son capaces de llegar a darse cuenta que existen, cómo operan, y hasta de denunciarlas.
Pero --al igual que el refrán referido a las brujas-- "que las hay, ¡las hay!"
enigma
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