Perdonar es un acto de amor hacia alguien, aunque ese alguien --según patrones meramente humanos-- no lo merezca, aunque haya gestado fastidio y rabia en uno, aunque nos haya tratado mal y hubiesen razones como para actuar por despecho, para odiar o para vengarse.
Pero despecho, odio y venganza, son pasiones que nos reducen humanamente, que nos abajan, que nos empequeñecen. Son finalmente elementos que actúan dañinamente en nuestro propio ser, en nuestro organismo, en nuestra salud. Definitivamente no sirven.
En cambio perdonar, nos trae paz a nosotros mismos, y coloca a la otra parte --quien esta fuere-- en condiciones de redargüirse, de reubicarse, de recomponerse, y de actuar modificando su conducta. Todo lo cual es a la postre, altamente positivo.
Sí por cierto, el perdón es un acto de amor. Tal vez el más sacrificado de todos. El que tiene que convencer a cabalidad a alguien --quien fuere-- que realmente le estamos amando más allá de lo previsible, de lo imaginable. Que estamos yendo mucho más lejos de lo que podría pensarse.
Todos quienes me siguen en este blog, saben que soy un enamorado del amor, como lo he dicho muchas veces. Porque el amor es el sentimiento más noble y superior que como seres humanos podemos desarrollar.
Los griegos tenían tres palabras que en nuestro idioma se traducen igualmente como amor: agape, filía y eros.
El amor agape, es el amor obsequioso, el amor que se da inmerecidamente para quien lo recibe. Ese es el amor que lleva a perdonar. Es un amor gratuito, que excede lo normal.
El amor filía de donde procede la palabra filial, es el de padres a hijos, el de hijos a padres y entre si. O sea, el amor de la familia.
Y el amor eros es el sentimiento completo, abarcante y total de la pareja, que incluye espíritu, alma y cuerpo en forma inseparable.
Cuando expreso en el título: amar, amar hasta el cansancio y seguir amando, me refiero a los dos amores, el del principio y el del final: a agape y a eros.
Porque amo (agape) perdono. Y porque amo (eros) siento que debo seguir amando hasta el cansancio, (que es un decir, porque uno nunca se cansa de amar). Que debo seguir amando, hasta que ese amor llegue a ser algo apabullante, algo que la persona que lo recibe no puede siquiera imaginarlo, un sentimiento tan inmenso, tan arrobador, tan intenso que la envuelva como un enorme abrazo del cual jamás pueda soltarse.
Un amor que por ser auténticamente tal, no oprime, no subyuga, no somete, sino que libera, suelta, abre futuro. Porque el amor para ser auténtico hay que vivirlo en libertad y debe ser liberador.
Si no, no es amor. Es una obligación, un compromiso, el cumplimiento de un contrato (¡que afortunadamente se puede romper!) que une a personas en la forma, pero no en la sustancia, en la apariencia, pero no en la esencia.
Así concibo yo el amor auténtico, verdadero, real. Y así soy yo en mis sentimientos, genuino, sincero, persistente.
Cuando dos seres se cruzan en el camino de sus vidas, y se encuentran, su destino está marcado para siempre, y es inexorable. Alguien podrá por un tiempo evadir su responsabilidad y el llamado de que ha sido objeto, pero finalmente retornará, volverá, porque le va la vida misma en ello.
¡Ah, maravilla del hermoso sentimiento del amor!
A quienes de ustedes están enamorados/as, disfrútenlo de todas las maneras posibles. Vivan, sean ustedes mismos/as. No se nieguen la dicha de amar y de vivir el amor, porque si lo hacen, se estarían auto-destruyendo. ¡Que sean muy felices!
Julio Iglesias nos acompaña en "El Amor" una canción que lo define muy bien.
enigma
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