También la idea de distancia está implícita en la crítica que expresa que por mirar al árbol se deja de ver el bosque.
Hace poco una amiga hizo un par de publicaciones en Facebook donde alababa al desapego. El diccionario lo define como falta de afecto o de interés por una persona o cosa.
Y ella proponía el desapego como algo positivo, como algo bueno. Eso aparecía muy enrabado con la idea de soltar el pasado, de liberarse del mismo.
Pero francamente a mi no me satisfizo del todo. Primero, porque nuestra mente no es una hoja de papel donde hemos escrito algo con lápiz y fácilmente lo podemos borrar. Nuestros registros quedan para siempre, y aunque no tengan la fuerza de ser determinantes de nuestra conducta o actitudes, no obstante están allí. Pasan a formar –querámoslo o no—parte de nosotros mismos, de quienes somos hoy, de nuestra experiencia, y de las vivencias que hemos tenido.
Francamente yo no puedo tener falta de afecto o interés por alguien de quien he estado enamorado, o de alguien que es una persona amiga. Si así lo hiciera, me traicionaría.
Perder el afecto o el interés por alguien que ha significado todo para uno, es una tarea harto difícil por un lado, pero por otro lado –aunque alguien sostenga que es psicológicamente saludable—sin embargo, plantea un punto fundamental: si la persona ha significado cuanto significó, pero perdió esa categoría por actitudes que nos hicieron sentir mal, que en último término no eran correctas, entonces está claro que hay un cambio en nuestro sentir. El desapego será una consecuencia lógica.
Pero si no ha mediado nada de eso, entonces no es desapego la fórmula que nos ayudará a sentirnos bien o más nosotros mismos.
Otra cosa en cambio, es tomar distancia.
Yo lo he estado experimentando, y realmente es como dejar de ver el árbol para ver el bosque. Tomar una perspectiva panorámica y no ver un detalle particular de algo.
Eso ayuda a que uno mismo se ubique mejor: ¿dónde estoy?, ¿qué quiero?, ¿a dónde voy?
A veces, forzado por las circunstancias, es aconsejable tomar distancia, geográficamente y cronológicamente. O sea, en el espacio y en el tiempo. Y tal vez lo más importante es en el tiempo.
Porque contribuye a que uno se recupere de varias cosas que ha estado perdiendo, y se reconstituya en sí mismo. Porque ayuda a que uno adquiera una perspectiva más independiente o diferente de las cosas. Porque posibilita una visión distinta del tipo de relación que se ha estado viviendo.
No se trata de perder interés o afecto, ni de olvidar, de dejar de lado o cosa semejante. Pero sí de readquirir un equilibrio y un centrarse en uno mismo, que ha estado algo dislocado de pronto. Porque otra persona nos ha estado influyendo de tal manera con su “campo gravitatorio” que ha afectado por tiempo nuestra propia órbita y rotación, para decirlo en muy gráficos términos astronómicos.
Al tomar distancia, la influencia del “campo magnético” decrece, y retomamos nuestra rotación y órbita adecuadas.
Luego, podremos volver a tomar contacto con la persona del caso, pero ya lo haremos desde una tesitura diferente. Desde un equilibrio propio que nos ha ganado de tal manera, que no va a poder ser alterado.
Inclusive, un equilibrio, un estado de plenitud personal y de paz interior, que nos permiten visualizar todo de una manera diferente. Hasta cierto punto, el ayer ha sido superado.
Estamos en condiciones de abordar el futuro desde bases diferentes. No hay pues desapego, falta de afecto o de interés.
Nuestro afecto se mostrará y viabilizará de otra manera, tal vez mucho más amplia. Y nuestro interés se canalizará en formas concretas y adecuadas. Porque somos así, porque estaremos ahí, donde se nos necesite, con una mano tendida para hacer el bien.
Con un espíritu generoso y amplio, que no se resumirá o restringirá a una persona, sino que de pronto puede abarcar a todo su núcleo familiar.
Y esa justamente, terminará tal vez siendo la medida que nos indicará cuánto hemos avanzado.
enigma
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