Mi familia es muy pequeña. Esta es mi descendencia: mi hijo Juan-Pablo, mi nieto Benjamin Alexander, y mi nuera Silvia Marisela.
Gran parte de la familia está en Buenos Aires, Argentina, donde mi hermano ha tenido una prolífica descendencia a partir de sus dos hijas, Claudia y Mónica, y su hijo Andrés.
Mi querida madre Elena, con sus 99 años de edad, está en Uruguay, bien cuidada en una casa de salud para ancianos, viuda de mi padre Washington, fallecido a los 88 años de edad.
Una tía, Violeta, cuya edad ni recuerdo, que está también en Uruguay.
Luego hay primas y primos esparcidos por Uruguay, Argentina y Francia, con quienes he perdido contacto desde hace años.
Estando solo, luego del fallecimiento de mi esposa Alicia, la venida de la familia desde Iowa donde actualmente vive, para una visita de una semana, es sin duda un acontecimiento alto en mi diario existir.
Volver a abrazar y dialogar con mi nieto, con mi hijo --que siempre está dispuesto a darme una mano de soporte tecnológico en cuestiones de computación-- y el intercambio de chistes con mi nuera, son parte de esto que ahora significa estar juntos.
A ello, claro está, se suman paseos que ellos desean hacer para que Benjamin conozca museos que vale la pena recorrer por el material que presentan. Hoy estuvieron en el Museo de Historia Natural. Mañana tocará el Centro Udvar-Hazy del Museo Nacional del Aire y del Espacio, en Virginia, cerca del Aeropuerto Internacional Dulles.
Y así seguirá su agenda, hasta que partan de regreso a su hogar en Iowa.
Una feliz ruptura de mi soledad de más de dos años, realmente es un hecho de importancia para mi. Mi hijo me ha visitado varias veces, y en dos ocasiones acompañado con mi nieto. Pero la familia entera, es la primera vez que lo hace.
Trabajando intensamente ambos, a veces es dificil para el matrimonio poder encontrar un momento propicio del año donde tomar vacaciones juntos y venir a visitarme.
También yo he ido a visitarles, pero eso es más facil.
Lo que rescato como elemento principal, es lo grato que es estar en familia, sentir la familia.
Momentos hay en que se extraña, en que quisiera como antes, que vivieran a unos 15 minutos de distancia, conduciendo un vehículo. Y encontrarnos los fines de semana, y visitarnos entre la semana.
Ayudarnos en lo que fuera menester, y sabernos unidos y apoyándonos mutuamente en el diario quehacer.
Eso no es posible por ahora. No sé si lo será en un futuro. Mucho depende de cómo yo solucione mi situación personal.
En el afán de rehacer mi vida, es prioritario que encuentre una mujer que me acompañe, y según quién sea, así será también mi destino geográfico. En principio tengo tres opciones: quedarme en Virginia, donde estoy; irme a Iowa donde está mi familia pero viviendo independientemente, o irme al exterior de Estados Unidos.
Esa es mi realidad hoy. No está dicha aún la última palabra. La vida tiene muchas vueltas, y yo estoy abierto a la perspectiva que se presente de manera concreta y definida.
Tal vez con nostalgia de cosas vividas, y con el anhelo ferviente de lo que aún tengo por vivir, termino compartiendo con ustedes, dos poemas de dos autores favoritos: Mario Benedetti y Jaime Sabines.
enigma
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