Aquello que una vez consideramos de valor se transforma en nada, y aquello que despreciamos como sin valor, de pronto se convierte en un tesoro.
La vida nos pone delante de vicisitudes de pronto no pensadas o imprevistas, aunque, si las hemos previsto y pensado, tanto mejor.
Pero pueden acuciarnos temores, dudas, incertidumbres, y ante ellos corremos el riesgo de sucumbir, de sentirnos derrotados, de deprimirnos, de no estar listos para luchar.
En la imagen que aquí reproduzco se simboliza algo muy importante: el arco iris según la Biblia, es la presencia de Dios. Aparece luego del Diluvio, como una expresión del amor de Dios por la humanidad.
Esa "señal divina", el Sol que vuelve a lucir en el cielo, despejado de nubarrones de tormenta, la vida que vuelve a renacer, nos quieren recordar siempre que Dios está con nosotros, que nos ama, que no nos abandona. Dice el refrán popular "Dios aprieta pero no ahorca", y también dice la sabiduría del pueblo: "Los molinos de Dios muelen lentos, pero muelen".
Hay que saber confiar, y saber esperar.
A veces lo que ambicionamos, anhelamos, queremos, no nos viene de inmediato o por la vía que nosotros limitadamente pensamos, sino por la vía que Dios ha elegido, que siempre se muestra superior a nuestras expectativas.
Ante una dificultad, un tropiezo, hay que orar con fé, y hay que luchar y trabajar con empeño, con todo el talento y todas las fuerzas que el mismo Dios ha depositado en nosotros.
Sintiendo que no estamos desamparados, no estamos solos, que Él está con nosotros y por nosotros.
Y la presencia de Dios se manifiesta de muchas maneras. Hay puertas que se abren, hay caminos insospechados que recorrer, hay ángeles que vienen a nuestro socorro, y hay prójimos que acuden a nuestra ayuda.
Digo y comparto esto hoy, como una reflexión, porque después de todo, ella se basa en mi propia experiencia, en lo que me ha ido ocurriendo a lo largo de mi existencia. La maduración a que Dios me ha hecho llegar, maduración de mente y espíritu, de ánimo y de acción, los hallo como una bendición maravillosa en mi.
Tres lecturas para meditar y sentir la fuerza de la presencia Divina:
Deuteronomio 31:8 - Y Jehová va delante de ti; él estará contigo, no te dejará, ni te desamparará; no temas ni te intimides.
Salmo 46:1,2 - Dios es nuestro amparo y fortaleza,
Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, Y se traspasen los montes al corazón del mar.
Romanos 8:31,37 - ¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.
Que sea de provecho para ustedes.
enigma
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