Hace años, pertenecí al Movimiento Internacional de Reconciliación y Paz. Allí conocí a gente extraordinaria, que había trabajado luego de la IIa Guerra Mundial, para reconciliar a las partes que se enfrentaron bélicamente.
Conocí a belgas y franceses, que lucharon por sostener como su derecho de ciudadanos la objeción de conciencia, para no ser enviados a la guerra. Y no era por salvar sus vidas, sino por no matar, por no terminar con la vida de otros, pues para ellos la vida es sagrada.
A la vida se le sigue rebajando el valor intrínseco que tiene. Las películas, las series televisivas, y los "juegos" electrónicos con que se "entretienen" los niños, están saturados de violencia exasperante, donde un ser humano es masacrable, se le puede matar brutalmente, o destrozarle en pedazos con un artefacto explosivo. Cuando eso entra en la mente, crea la costumbre de verlo, e insensibiliza, la vida humana ha perdido valor.
Cuando se favorece, y se plantea como un derecho humano (¡vaya paradoja y contradicción evidente!) el aborto, que significa aniquilar una vida, la de un ser humano que está viniendo....nuevamente la vida en si, el ser humano en sí, está rebajado al nivel de cosa.
¿Qué puede sorprender que haya tráfico de niños, niñas y mujeres para explotarles en prostitución, en delincuencia, o en negocios que les tienen como esclavos?
¿Qué puede sorprender que haya tráfico de hombres, mujeres y niños, a veces familias enteras, a las que se les ha cobrado un dineral por pasarles por la frontera estadounidense ilegalmente, para a veces, ni dejarles llegar a la frontera, y matarles en el camino?
Sí, el ser humano está rebajado al nivel de cosa. De un número en las burocracias, o en los organismos de seguridad o inteligencia. Una ficha, hoy un expediente electrónicamente registrado.
Sólo cuando el ser humano se mire en toda su dimensión y potencialidad como tal. Sólo cuando no haya barrera ideológica, política, religiosa, racial, de género u orientación sexual, sólo cuando nos miremos con respeto, valorándonos mutuamente porque somos humanos, somos hermanos, empezaremos a aprender el camino de la paz.
Mientras existan divisiones alentadas, fomentadas, financiadas, para que la industria de la guerra siga ganando millones de millones de dólares, o de rublos. Mientras cada vez más gente tenga armas en sus manos, y hayan locos que salga a matar maestros y niños en una escuela. Mientras existan fronteras que llevan a disputas, mientras se aliente un nacionalismo absurdo que hace que nos enfrentemos unos a otros, mientras todo eso esté, mientras en vez de hablar con tono pacífico, buscando el entendimiento, manifestando un sentimiento superior de respeto y de amor a lo humano en sí, sigamos mirándonos oscamente, repudiándonos mutuamente, y queriendo destruirnos recíprocamente, la paz no será posible.
La paz principia por ser un estado interior, de ciencia y de conciencia.
Un estado interior, espiritual.
Un estado de armonía con todo cuanto existe. Un sentirse hermano de las estrellas, y de la naturaleza toda, sin la cual no podríamos ser.
Cuando hay esa paz en nosotros, podemos transmitirla a otros, y podemos abrir caminos de justicia, equidad, armonía, entendimiento.
Las ideologías dividen, las religiones dividen, las políticas dividen, los nacionalismos dividen, las fronteras dividen.
Somos una sola humanidad, viviendo (por ahora) en un solo planeta, y merecemos un gobierno universal, único, que de alguna manera tenga el respeto y acatamiento de todos, y nos represente a todos. Un gobierno de notables, no de profesionales de la política, ni de partidos políticos, porque todo eso es un anacronismo.
Hartos estamos de todo ese carnaval, ese circo, esa payasada. Hartos de tanto cinismo e hipocresía. Hartos de una tremenda maquinaria de mentira que nos devora.
Por una vez en la historia, ahora más interrelacionados y globalizados que nunca, démonos nuestro lugar como ciudadanos del mundo. Encaminémonos hacia la paz sin fronteras.
¡Viva la humanidad!
enigma
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