La consigna, formada por los símbolos de diversas religiones forma la palabra "tolerancia".
El diccionario la define como: "Respeto a las opiniones, ideas o actitudes de los demás, aunque no coincidan con las propias."
Ese respeto, no significa estar de acuerdo con las opiniones, ideas o actitudes de los demás. Simplemente representa nuestro grado de civilidad, por el cual admitimos que haya quienes vivan según otros patrones que no son los nuestros.
Eso es lo que no practican los regímenes dictatoriales de cualquier tendencia ideológica, ni sus seguidores que se fanatizan políticamente, y se vuelven totalmente intolerantes. De ahí, el totalitarismo. La imposibilidad de admitir el disenso, la discrepancia, la idea diferente, la concepción de la persona misma o de una sociedad construída de otra manera.
Se proclama "desde arriba" una verdad, y hay que acatarla, o se es un renegado dentro de un sistema que funciona a contrapelo de quien uno es.
Pero tolerancia no es sólo respetar las opiniones, ideas o actitudes de los demás.
Es también afirmar el derecho que tienen quienes difieren de nosotros, a expresarse con libertad, a vivir según sus convicciones, a estar integrados a una sociedad pluralista.
Todo esto en un plano general.
Me gusta venir al plano de la relación personal. Tolerancia significa reconocer que somos humanos, imperfectos, falibles, y por tanto aceptar que la otra persona ha podido equivocarse en su concpeto de nosotros. Que ha podido tene una actitud incorrecta, que hasta puede habernos herido, y sin embargo, no dejaremos de considerarle, o de quererle, y de respetarle.
¿Por qué? porque esa tolerancia procede de un claro concepto de lo humano. Procede de darnos cuenta cuántas veces nosotros somos quienes estamos equivocados en nuestro enfoque de las cosas, en nuestra percepción de otros, en la actitud que hayamos asumido, etc.
La tolerancia entonces, se transforma en un elemento intrínsecamente humano. Esa misma tolerancia, nos lleva a entender actitudes de otros hacia nosotros, aunque no las compartamos.
Esa misma tolerancia, esencialmente, nos lleva a perdonar.
Y perdonar surge de dos fuentes: el amor caritativo y dadivoso, una; y la otra, el reconocimiento de que nosotros también necesitamos ser perdonados.
De modo que la tolerancia es un componente indispensable no sólo para el correcto funcionamiento de una sociedad, de la democracia, sino también, para las relaciones humanas.
Y puedo asegurarles que cuando se es tolerante, se conquista y se gana más terreno que si se obrara en manera contraria.
Junto a la tolerancia viene la persuasión. Es a partir de la tolerancia que puedo entablar un diálogo y puedo persuadir a la otra parte de que está equivocada, que su actitud ha sido errada, que su visión de mi persona no condice con la realidad.
Es también por la persuasión que encontraremos el camino para un entendimiento, y para establecer una base de conciliación, que conduce a una relación de paz.
Ser tolerantes pues, es tener grandeza. No es en manera alguna empequeñecerse, ni ser débiles. La debilidad, justamente, está del lado de los intolerantes. Es su "talón de Aquiles" es lo que a la postre, termina por derrotarles.
Ejemplos históricos de ello, sobran.
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