Los humanos somos inquietos, y una de las cosas que más nos acucia es el futuro.
Cuantas veces quisiéramos saber como será nuestro futuro?
Algunos tal vez gustarían de tener una visión clara y definida del mismo, como una película en la que fuesen viendo distintos momentos y etapas de ese futuro.
Otros en cambio, nos conformaríamos con una visión general. Con ciertos aspectos fundamentales lo suficientemente claros como para saber a qué atenernos, qué corregir, qué cambiar, cómo mejorar.
Pero de una manera u otra, creo que a todos nos interesa saber algo del futuro.
Cuidado! Porque de pronto la información que pudiéramos recibir no sería agradable. Pero si en definitiva estamos dispuestos a conocer lo que nos espera, en buena hora fuese saberlo.
Sin embargo, no podemos. Tenemos allí una barrera al parecer infranqueable, que no hemos sabido todavía vencer.
Por eso pululan tanto los adivinos, los que tiran las cartas, los que leen las manos, los que trazan horóscopos, o leen la borra de café o las hojas de té.
Esas son “mancias”, me explicaba hace unos cuantos años un experto en fenómenos paranormales.
Lo que importa no es, según él, las cartas, la mano, la borra de café, la posición de los astros. Lo que importa es cómo eso facilita o ayuda al dotado/a para poner su capacidad en acción y escudriñar el futuro. Tener una visión del mismo.
Puede que sea así No lo sé. La ciencia no lo puede comprobar en manera alguna.
Entonces se reduce todo a como le haya ido a cada quién en su experiencia.
Lo único seguro, es que el futuro es algo incierto.
Podemos tener ciertas pautas que –vinculadas a proyectos y planes—nos permitan a corto o mediano plazo, saber qué podrá pasar (si nada imprevisto lo revierte), pero para muchas otras cosas, estamos en la absoluta oscuridad. No vemos nada claro, no podemos atisbar siquiera qué podrá ocurrir y ocurrirnos.
Entonces, sólo nos queda esperar y confiar.
Estar abiertos a todo, estar preparados para todo, lo bueno y lo malo. Indagar, averiguar, investigar, en lo posible, pero finalmente, esperar. Esperar que los acontecimientos ocurran. Esperar que el futuro se transforme en presente.
Y tener entonces la dinámica, la plasticidad, la elasticidad, de modo tal que sea cual sea ese presente que se nos transforma de golpe en realidad, no nos destruya, no nos descoloque, no nos aplaste.
Que podamos manejarlo de la mejor manera posible. Que no dejemos de ser quienes somos, y que reaccionemos con lo mejor de nosotros.
Será la forma de estar seguros en ese futuro que hoy no conocemos. Será la manera de seguir siendo. Y será también la manera en que quienes nos conocen y nos rodean, puedan seguir contando cono nosotros y confiando en nosotros.
enigma
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