Amigos: no quiero cansarles si les digo que nuevamente está nevando en Virginia, y en toda el área del Este de Estados Unidos.
Venimos de tener una tormenta de nieve como jamás conocí antes –y eso que pasé dos en otros años— y aún vuelve a caer nieve.
Pero esta circunstancia me ha llevado a reflexionar sobre algo que pocas veces nos ponemos a pensar: y es, cuántas cosas damos por descontadas, por seguras, cada día, hasta que de pronto, un acontecimiento de la naturaleza, como puede ser la erupción de un volcán, una inundacion de graves proporciones, un terremoto, o una tormenta de nieve, nos hace ver no sólo cuánto no estábamos preparados para algo así, sino además, cómo la vida de golpe se nos complica a varios niveles.
Escuelas cerradas. ¡claro! Ni los maestros ni los niños pueden trasladarse. Hay que proteger a los menores. Pero eso complica la vida de los padres, que si tienen que ir a trabajar, sólo pueden recurrir a algún familiar o vecino que se quede con los niños, o a una niñera profesional –si está en el barrio—y si no, tienen que perderse jornales, pues deben permanecer en el hogar.
Escasez de alimentos. Cuando la gente se enteró de que se venía el temporal de nieve, se lanzó con todo a comprar alimentos, y se recomienda adquirir como para pasar una semana sin necesidad de salir a comprar nada. ¿resultado? Hoy en muchos supermercados había productos básicos como la leche, absolutamente ausentes.
Rutas intransitables. Tenemos caminos que hacemos todos los días con nuestros vehículos para llegar a nuestro empleo. Pero no es así cuando hay rutas intransitables. Porque los camiones que tienen delante palas mecánicas y su caja está llena de una mezcla de arena y sal que van lanzando por detrás, y se dedican a despejar las rutas, lo hacen primero en las carreteras, en los accesos a las mismas, y luego en rutas de emergencia importantes, las que tienen que usar eventualmente bomberos o ambulancias.
Pero las calles que quedan dentro de barrios, y que son los puntos de salida y entrada de quienes los habitan, esas no las despejan, y entonces se transforman en una trampa que pone en riesgo la vida misma de los conductores, y de última, muchos preferimos quedarnos en el hogar, antes de tener un accidente.
El subterráneo es un medio eficaz de transporte. Pero ocurre que no todas las estaciones son subterráneas. Hay algunas sobre nivel, o sea, al aire libre, y esas están cerradas, por lo cual por ejemplo, no tengo metro disponible. En otros casos, aún se ha reducido el uso de estaciones subterráneas. Esto complica las conexiones que se pueden hacer, y por tanto, el llegar a destino.
Los aeropuertos cerraron. La lista de vuelos cancelados era interminable. Hubo muchas personas que quedaron varadas en los aeropuertos por falta de vuelos de conexión. Pasar horas durmiendo, despertando, leyendo, y matando el tedio en un aeropuerto hasta que llegue a reabrirse, es casi una condena.
Y si alguien decide estar más confortable en un hotel, pues tendrá que hacer frente a gastos considerables y obviamente, no previstos.
Como múltiples oficinas y servicios no funcionan, la atención de médicos, clínicas, dentistas, abogados, las citas hechas de antemano, todas quedan de hecho anuladas, y atrasadas, o transferidas para alguna fecha posible, una semana después. Análisis, operaciones, estudios, todo pendiente.
Y es nada más que una nevada. No hay heridos ni muertos que se cuenten por cientos o por miles. Es simplemente la naturaleza descargando agua en volúmens considerables, que la temperatura ha congelado.
Es cierto que esta área de Estados Unidos –para el caso, los Estados de Maryland y Virginia, y el Distrito de Columbia, que implica la ciudad de Washington--, no estaba preparada para hacer frente a tanto volumen de nieve.
Pero más allá de lo que se pueda estar preparado, y en este país se está preparado en grado adecuado para múltiples contingencias, sin embargo, esto me lleva a reflexionar acerca de lo facil que es que se altere nuestra normalidad. O sea, las cosas que damos por sentadas que van a suceder al día siguiente, como suceden prácticamente siempre.
¡Cómo en cuestión de horas, se nos da vuelta la vida!
Y a veces puede ser cuestión de minutos, como un terremoto (¡que lo diga el pueblo haitiano!).
Esto nos tiene que llevar a valorar más todo lo que nos ocurre normalmente cada día. Y a valorar también a todas aquellas personas que de una manera u otra, hacen posible esa normalidad.
También es cierto que las circunstancias que alteran la normalidad, son propicias para que aflore la solidaridad humana, el compañerismo, el apoyo mutuo, entre vecinos por ejemplo.
Esos son los frutos mejores que se cosechan en situaciones dificiles.
Este tipo de situaciones son capaces de mostrar qué tal somos, y de sacar de nosotros lo mejor, en bien de todos.
enigma
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