¿Cuándo se es maduro?
Alguien seguramente pondría alguna edad.
Y sin embargo ese criterio no lo es todo. Si bien hay un buen porcentaje de que la madurez se correlacione con la edad de una persona, sin embargo esto no es siempre así.
Muy por el contrario, hay casos de personas que desde la adolescencia ya son muy maduras, en su sentir, en su pensar, en las causas que hacen suyas, en sus hobbies y en sus responsabilidades.
Hay otras que pueden cifrar los 40 años, y ser como adolescentes. Viven de la fantasía, se generan a sí mismas fantasías, circunstancias, escenarios, en los que les gusta sentirse,verse, actuar…pero son realidades quiméricas, realidades sólo mentales, atribuibles a la imaginación.
Cuando tienen que aterrizar a la realidad, esas personas huyen casi despavoridas. Quieren –arrolladas como un caracol, o más precisamente, adoptando una posición fetal-- guarecerse en su mundo imaginario, y tratar de seguir vivenciándolo apenas tengan motivos de donde asirse.
Buscan una línea media, lindante entre la realidad y la ficción. Pero la realidad es una sola. Y esa exige ver las cosas de frente, tal cual son. Y más aún, exigen coherencia intelectual, respeto de sí mismo, aceptación de los compromisos asumidos, de las palabras pronunciadas o escritas.
Hay personas que no se dan cuenta que las palabras comprometen, y compromenten mucho.
La realidad plantea disyuntivas.
Cuando existe el verdadero coraje humano de vivir, esas disyuntivas y esos desafíos se aceptan, se les enfrenta y se les resuelve. En otras palabras, cuando la realidad demanda la hora de jugarse, hay que tener la valentía, la maravilllosa capacidad de jugarse.
Porque hay tiempos para cada cosa, y cada cosa tiene su tiempo.
Hay tiempos de duda, y tiempos de afirmación.
Hay tiempos de análisis, y tiempos de toma de decisiones.
Hay tiempos hipótesis, y hay tiempos de acción.
Y es la acción, el cambio, la transformación, con un costo sopesado, evaluado, lo que tal vez más cuesta. Pero es lo único que realmente significa vivir.
Lo demás es fantasía, ficción, juegos ilusorios que terminan esfumándose para quedar en la nada.
Yo elijo y elegiré siempre la realidad.
Una realidad que demanda madurez anímica e intelectual. Madurez para jugarse. Madurez para apostar al mañana diferente. Madurez para tomar decisiones que no son fáciles, pero que son las únicas que valen.
Porque andar es vivir, y quedarse es morir.
Y yo, ¡elijo la vida!
enigma
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