Hace apenas un par de semanas, tuvimos una tormenta de nieve. Se acumularon unos 20 centímetros o más.
Tuve que pasar dos horas –y contando con la generosa ayuda de un vecino que sin que le pidiera se puso a trabajar a la par conmigo— cacando paladas de nieve para despejar el camino detrás de mi automóvil, y limpiar al vehiculo, para poder movilizarme.
Ese día quedé bastante cansado, a decir verdad. Fueron dos horas sin parar, de tarea muy intensa. Pero me sentí feliz de que la pude realizar.
Antenoche se produjo la cuarta nevada de este invierno. Afortunadamente no fue mucho lo que cayó, y la nieve estaba esponjosa, de modo que resultó fácil de sacar del automóvil y de alrededor, así como de la senda peatonal (que no se le puede llamar vereda) frente a casa.
Pero ahora se anuncia otra gran tormenta para toda el área, y esta vez se pueden acumular en dos días, hasta 70 centímetros de nieve.
Los grandes camiones que con sus palas mecánicas quitan la nieve del asfalto, y por detrás van desparramando una mezcla de arena y sal para impedir que haya congelamiento y los vehículos resbalen y tengan accidentes, trabajan en las grandes autopisas y en ciertas rutas pre-establecidas como de emergencia para el caso de nevadas, pero no en calles interiores de los barrios.
De modo que después que deje de nevar, quizás haya que esperar dos días más para poder salir de casa, y conducir bajo condiciones seguras.
Para las personas en cuyos países nunca nieva, la nieve es un atractivo especial por lo raro y diferente.
Ver nevar, especialmente cuando los copos son grandes y caen lentamente, es estéticamente hermoso. Ver los árboles cubiertos con esta capa blanca caída del cielo, también.
Pero cuando la temperatura baja a sensaciones térmicas de 20 grados centígrados bajo cero, el viento del Norte arrecia, y la nieve es densa, por tanto pesada, y puede transformarse fácilmente en hielo….se acaba toda la belleza estética, y empieza la realidad de que no es nada lindo soportar inviernos con estas condiciones.
Y cuando hay la obligación de ir a trabajar, o citas médicas, o trámites en alguna oficina de por medio, tampoco es nada agradable tener que conducir un vehículo porque las posibilidades de que resbale, de que haya un choque, aumentan considerablemente.
De modo que para mi, personalmente: ¿nieve?, ¡no gracias! Ya he padecido suficientes desde que estoy en Estados Unidos, y estoy pensando muy seriamente mudarme para otra parte de este país, donde no caiga nieve, y donde los inviernos sean más llevaderos.
Pero por ahora, eso es imposible, entre otras cosas, porque estamos en invierno, y sí, ¡nieva!…
enigma
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