Es cierto, todo está muy fresco aún.
Cuando regreso a casa del trabajo, me parece que tengo que escuchar la voz de Alicia preguntándome “¿cómo te fue?”….pero hay silencio.
De pronto encuentro una prenda suya, o un documento con su firma. Fue su mano, fue su pulso, es su letra que hasta hace poco estuvo vigente, y ya no están.
Preparo una comida, y recuerdo sus recomendaciones.
Conduzco mi automóvil, y tomo los caminos que ella me indicara, o lo estaciono en los lugares que ella prefería, porque eran mejores, había sombra, por ejemplo, como ayer, cuando fui a Costco.
Son cosas simples, sencillas, del diario convivir, las que más se sienten por su ausencia, y las que más duelen. Las que hacen que mis ojos se llenen de lágrimas.
No me consuela suficientemente el haber hecho todo cuanto estuvo a mi alcance para acompañarla como era necesario, y para hacerle todo lo que necesitaba para alimentarla, bañarla y vendarla cada día como lo precisaba, más el control de los medicamentos.
Las idas a las farmacias, las llamadas para citas médicas y el acompañarla todas ellas, el buscar terceras, cuartas y quintas opiniones, o el llamar a nurses para que vinieran a casa.
Todo eso, era mi mínima obligación para con ella. Y la cumplí con devoción, sinceramente, hasta su último hálito, junto a ella. Hasta que cerré sus ojos.
Eso calma mi espíritu. Pero aún así, es difícil adaptarse a la ausencia de alguien que durante tantos años gravitó en mi vida.
Lo digo como simple testimonio.
Gracias que personas amigas, amigas del alma, amigas de corazón, están junto a mí, me acompañan con sus mensajes por internet, con sus llamadas telefónicas, aún internacionales, o con sus expresiones personales de solidaridad y respaldo, que por cierto necesito.
El resto lo pone el tiempo, y el Ser en Sí, que extraordinariamente le siento en mí y conmigo.
Por eso miro el futuro cercano con confianza.
Y así como este año me deparó luto y dolor, sé que también me deparará alegría y triunfos.
enigma
No comments:
Post a Comment