Wednesday, May 12, 2010

PASO A PASO, LA NORMALIDAD

La vida continúa. La vida no se detiene, y la vida tiene e impone su ritmo.

A menos que uno caiga en un pozo depresivo, y la vida se le transforme en una especie de enorme carga pesada imposible de sobrellevar, --lo cual afortunadamente no es mi caso, ni tengo esa clase de personalidad-- hay que seguir al ritmo de siempre.

Levantarse, comer, ir a trabajar, dormir, hacer compras, reunirse con gente, tratar temas, hacer proyectos, esparcir simpatía cuanto se pueda, recibir y dar cariño, y llegado el momento, volver a amar.

Los tiempos han cambiado mucho de cuando yo era un niño.

Entonces, las mujeres llevaban luto por un año o dos, vistiendo permanentemente de negro. Los hombres se ponían un brazalete negro en sus trajes, o una diagonal negra en la solapa de su saco en señal de duelo.

No se iba al cine, no se esuchaba música, obviamente, no se participaba en ninguna fiesta, reunión social, etc.

Tiempos en que la muerte era vista con miedo.

Hoy cada vez son menos quienes le temen a la muerte. Mi esposa la miró de frente, la vio venir, y más de una vez me dijo "yo no tengo miedo a morirme, lo que no quiero es sufrir". Inteligente y madura posición.

Hoy la muerte misma ha perdido aquella aura numinosa, de lo misterioso, de lo terrible, para pasar a ser un hecho de la propia vida, que se toma con total naturalidad.

Nadie se viste de negro. Nadie deja de tratarse con amigos, de hacer sociabilidad. De tener las puertas de su hogar abiertas a visitas. De escuchar música o ver una película.

Porque la persona que falleció ha pasado a otro estadio superior de ser, abandonando este existir. Lo suyo ya fue. No es pues falta de respeto, o de consideración, o insensibilidad.

Es que nada de lo que hagamos aqui, va a afectar o incidir en quien ya no está más entre nosotros. Y si se trata de normas socio-convencionales, o de guardar compostura al menos durante un tiempo, evitando ciertas actividades, pues eso puede que sea para algunos. Para mi, no lo es.

Si lo hiciera así, sería hipócrita. Yo elijo ser auténtico, y por tanto, el dolor de la separación de esta existencia está, los recuerdos están, pero ellos no pueden tener prioridad sobre lo que significa la normalidad del vivir de cada día.

En un mundo altamente competitivo, en una sociedad que demanda calidad profesional, no podemos --no puedo-- al menos, abstraerme de todas las relaciones sociales y lo que ellas implican, simplemente por querer presentarme como un "doliente" inaccesible.

Vaya esto dicho con total franqueza para quienes de pronto pueden malinterpretar o no entender mi tesitura humana.

Además, cada quién tiene sus razones para actuar como actúa, y yo tengo las mías, que por supuesto, no las voy a estar exponiendo públicamente, porque a nadie más que a mi le conciernen.

De modo que paso a paso, día a día, cada vez se afianza más la normalidad, y únicamente la soledad en mi casa se encarga de pasarme la cuenta de que carezco de una compañera de vida.

Mientras estoy enfrascado en una serie de imprescindibles trámites ante distintas institiciones, oficiales y privadas, para que legalmente todo quede en perfecto orden, no puedo siquiera pensar o atender otras demandas.

Ya llegará el momento justo y adecuado, la circunstancia no buscada pero dada, en que de pronto se abran nuevas perspectivas a nivel de una relación muy personal con alguien.

Ello está --como todo-- en manos del Ser en Sí. Y en Él deposito mi confianza.



enigma

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