Y este hombre del signo de Leo está furioso.
Pero no crean que la furia de este león va contra nadie sino contra sí mismo.
Porque no se perdona la pifia, la estupidez, el acto fallido, la incongruencia, y sobre todo, la falta de experiencia.
Es cierto que en algunas áreas de la vida la falta de experiencia puede ser considerada por algunas personas un plus.
Pero también por la falta de experiencia, se pagan precios muy caros, carísimos diría, y eso es lo que tiene enfurecido al león.
Ser dejado de lado, merecer un insulto, o la pérdida de confianza son algunas de las lindeces que pueden ocurrir luego de haber "metido la pata".
Claro que si uno se pone a pensar un poco filosóficamente, uno puede plantearse algunas preguntas que vienen al caso.
¿Hay alguien (hombre o mujer) que sea perfecto, que nunca cometa errores, nunca se equivoque, nunca "se pise el palito", nunca se cree tontamente un problema?
Y la respuesta es: no, no hay nadie. Por la simple razón de que (¡afortunadamente!) somos humanos, no máquinas. Y por eso cometemos actos fallidos, y por eso erramos en nuestros propósitos aún con las mejores intenciones (aquello de "de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno").
Bueno, soy muy duro conmigo mismo, soy muy drástico y me exijo. No me tolero fallar, no me tolero equivocarme fiero, no me tolero equivocarme estúpidamente, cometer un acto de torpeza. No. No me lo tolero y no lo admito.
Por eso hoy está furioso el león.
¡Perdonen los rugidos!
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