El Sol se puso hace horas, hay 9 grados centígrados bajo cero...
Si me quejo de Virginia, aquí el invierno es congelante.
El jueves pasado nevó bastante, y aunque las calles se limpiaron, las veredas, el césped y enjardinados, todo ha quedado bajo una gélida capa blanca que --con las actuales temperaturas-- permanecerá por días.
Vine a pasar Navidad, Año Nuevo y Reyes con mi familia.
Ellos ya se fueron a dormir. Yo --noctámbulo por naturaleza-- no puedo acompañarles en semejante ritmo de vida. Tal vez por eso me encuentran aquí, compartiendo con ustedes estas vivencias simples.
Mañana si el tiempo acompaña, ya quedé con mi hijo que saldremos a hacer algunas compras, pero además, quiero caminar al aire libre, y tomar el poco de este tímido Sol invernal, cuyos rayos sólo iluminan.
Es reconfortante estar con la familia, con quienes no había estado desde Julio, cuando vinieron a visitarme a mi casa.
Y especialmente reencontrarme con mi nieto, que está muy alto para sus siete años de edad, y que de muchas maneras me ha expresado el cariño que me tiene
Una larga conversación con mi hijo, sobre mi realidad actual y posibilidades de futuro, va a continuar seguramente mañana. Hay bastantes cosas sobre las cuales dialogar.
Acá sigo con la misma sensación extraña con que me he sentido cada invierno estadounidense. Pero ya sé su causa. Cuando la temperatura desciende tanto, así también desciende la presión atmosférica. Resultado: uno se siente como viviendo a miles de metros sobre el nivel del mar. Es lo que en América del Sur se conoce como estar "apunado".
Y es una sensación que acompaña cada día y que preferiría no sentirla. Tal vez es algo muy personal, quizás a otras personas no les ocurre, pero a mi sí.
Posiblemente 2013 sea un año de cambios importantes en mi vida.
Mis planes anteriores, mi mayor anhelo, mi "sueño dorado" me lo quitaron, se fue por la ventana... Según esos planes, 2011 era un año de preparación, y 2012 tenia que ser un año de decisiones concretas. Pero la otra parte indispensable de ese anhelo, echó para atrás, y eso que estuvo animando mi vida durante todo ese tiempo, se derrumbó.
En una soledad que continúa, cuando ya habría estado acompañado, deberé tomar decisiones por mi mismo. ¿Me quedaré en mi casa o me iré a vivir a un apartamento?, ¿será en la misma Virginia, o en otro Estado?, ¿acaso dejaré Estados Unidos para volver a Uruguay o a otro país?
Como puede apreciarse no son decisiones fáciles. Unas resultan más complicadas que otras.
Y mucho depende de que encuentre a alguien con quien podamos congeniar de tal manera, que decidamos vivir juntos. Y ese alguien puede determinar finalmente mi futuro lugar de radicación.
¡Vaya si 2013 viene cargadito!
2012 se va con el sabor amargo de una gigantesca frustración; de haber apostado con todo a un futuro que no se dio, cuando hacerlo posible era una clara opción. La frustración también de haber conocido a alguien que de pronto estuvo en la cúspide de mi consideración, y de golpe cayó de ese pedestal, para resultar un lamentable fiasco.
No es facil reponerse de semejante situación, cuando en ella van cifradas las esperanzas de un presente inmediato y un futuro seguros.
Así las cosas, tengo que recapitular, cerrar el libro de 2012 y estar dispuesto a abrir las páginas en blanco de 2013, para escribir una historia de vida diferente.
enigma
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