La violencia en las calles ha cobrado víctimas. Hace unos meses una buena amiga fue golpeada y asaltada.
Se habla de balaceras durante la noche, y han ocurrido muertes. Los habitantes honorables y dignos del municipio, decidieron expresar públicamente su repudio a esa violencia, y marchar por la paz, exigiendo de las autoridades la debida protección.
No mucho tiempo atrás, la prima de otra amiga, aquí en Montevideo, en plena tarde, fue arrojada a la vereda, cuando un ladrón con bicicleta le arrancó con violencia la cartera que portaba.
Meses atrás, una amiga de un gran amigo mío, médica, volvía de noche con su hija adolescente de un cumpleaños. Pasando con una moto, unos individuos le arrancaron la cartera, pero la arrojaron al suelo, provocándole diversas heridas que se las tuvieron que curar en un hospital.
Esta ola emergente de violencia ejercida por elementos lumpen en nuestras sociedades, individuos sin moral y sin escrúpulos, sujetos dedicados a la vagancia y el despojo del prójimo, no puede seguir permaneciendo impune.
Y no puede tolerarse que ningun gobierno pretexte la situación social de estos descastados, para justificar sus tropelías.
La gente digna y de trabajo, en toda nuestra América Latina, merece ser protegida y respetada.
Sólo la corrpución y venalidad de los políticos, que quieren usar los votos de esos criminales, puede sostener una situación de suyo deplorable e inadmisible.
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