De alguna manera, tenía que reflejarse una expectativa en algunos círculos (astrológicos, para el caso) sobre un Astro espectacular, diferente a todos, que corrió por el cielo, y se detuvo sobre un lugar humilde, donde había nacido un niño muy especial.
Hay quien sostiene que toda la historia del nacimiento mismo, es una referencia meramente astronómica y que nada tiene que ver con sucesos terrenales.
Estos "Reyes Magos", que no son reyes, sino sabios, y cuya traducción de la palabra "magii" aparece trastrocada, emprendieron un largo camino para encontrarse con Emmanuel, el recién nacido de María.
Claro que la ciudad de Belén, ni siquiera existía entonces (esto está históricamente demostrado). Pero quieren algunos autores hacer de Emmanuel (Jesús), galileo por más datos, alguien perteneciente al reino de Judea, en el Sur, cuando en realidad pertenecía al reino de Israel, en el Norte.
Como tampoco es cierta la fecha del 25 de diciembre como la indicativa de su nacimiento, ya que se tomó al respecto la fiesta pagana del Sol Invictus (romano) y se le asimiló y transformó en la fecha convencionalmente aceptada para el nacimiento de Emmanuel.
Imagínense en pleno invierno, en aquellas latitudes, a pastores velando en la madrugada, al descubierto. Nada más disparatado.
Se considera más posible que el nacimiento haya ocurrido en Abril.
Como sea, los tres sabios de oriente, son figuras míticas para la niñez latinoamericana, que vive la instancia de su imaginación exacerbada por la publicidad, y la expectativa de que la "cartita" sea leída y debidamente contestada por los "Reyes Magos".
No escapa a nadie que la mañana del 6 de Enero los niños se levantan más temprano que nunca. Y que luego vienen las sorpresas y exclamaciones con lo que se encuentran.
Eso sí, no olvidar dejarles agua a los camellos y pasto para que coman, dado su largo viaje....
Disfruten niños y niñas... ¡La inocencia también es un valor humano a preservar!
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