"Mas sea vuestro hablar: Sí, sí; No, no; porque lo que es más de esto, de mal procede." Mat. 5:37
Estas que preceden, son palabras de Emmanuel (Jesús) en su famoso Sermón del Monte. Esa pieza oratoria magistral donde establece las bases de la vida nueva, del Nuevo Pacto con quienes quieren ser sus discípulos/as.
No voy a hacer Teología ni a tocar el tema religiosamente.
Pero nadie puede negar la autoridad moral total del Maestro de Galilea. Y por eso lo menciono.
Sus palabras son muy claras, nuestro hablar, nuestro decir --oral o escrito-- tiene que ser uno solo, responsable, coherente, que muestre siempre con claridad quiénes somos, cómo pensamos y con qué valores vivimos.
No podemos pues, decir una cosa, y hacer algo totalmente diferente. No podemos reconocer intelectualmente ciertos valores y por otro lado, no vivirlos.
Para poner un ejemplo bien concreto, yo no puedo decir por una red social: "La amabilidad sincera es invaluable. Es respeto, madurez, sentido conciliatorio y altruista.Ser amable engrandece" si estoy pensando que con esta aseveración pública estoy agrediendo a alguien de quien pienso que su amabilidad para conmigo no ha sido sincera.
Por otra parte, concuerdo totalmente con la frase. Pero quien escribe una frase así tiene que responder con su persona por la misma. O sea, si alguien se atreve a escribir algo así, tiene que ser genuinamente amable, como signo de respeto, de madurez, tener un sentido conciliatorio en sus actos y decisiones, ser altruista, porque sin duda, ese es el tipo de cosas que engrandecen a una persona.
Pero si por otro lado, alguien escribe algo así, pero no lo vive, no lo hace suyo, no tiene amabilidad, no muestra respeto, no opera con un ánimo conciliatorio y altruista, entonces, ese alguien no se engrandece, sino que se empequeñece más que nunca.
Volviendo a lo que señalaba al principio, hay una única forma de ser, y esa forma tiene que ser sin dobleces. Sin aquello de "haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago". En otras palabras, lo que el Maestro demanda es honestidad, sinceridad a carta cabal. No hay lugar para el cinismo ni la hipocresía.
No hay lugar para decir cosas muy lindas, que en realidad no se sienten ni se practican. Por el contrario, decirlas nos comprometen. Toda palabra dicha compromete. Si esto no se entiende, no se entiende lo que significa ser y vivir.
De modo que si no se quiere decir algo, es mejor callar.
Cuando yo --y perdonen que me ponga de ejemplo-- digo que estoy feliz o me alegro por algo, es porque simplemente es asi. Y así lo siento.
Y cuando digo que siento una tremenda angustia, que estoy profundamente triste, que mi corazón está herido, también es verdad y es así.
Jamás voy a usar un doble lenguaje o un doble estándar. No finjo amabilidad, y no soy realmente nada diplomático. A veces mi crudeza, mi sinceridad a rajatabla me ha creado más de un problema. Pero lo prefiero así, a la hipocresía, al mentir.
Ser sin dobleces implica ser y actuar de esa manera, y no de ninguna otra.
Si a mi me dijeran la frase que mencioné más arriba, con la que concuerdo totalmente, felicitaría y agradecería a quien la dijera, porque me dice que esa persona habría internalizado esos valores, como para vivirlos por sí mismo/a.
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