Viajes, conferencias
públicas y agasajos en Buenos Aires, Argentina.
Encuentros con mi
hermano y su familia, que viven allí.
Mi reunión para celebrar
100 años de mi madre en Montevideo, lo que diera ocasión a un gratísimo momento
de festejo y de reencuentro con amistades. Y la alegría enorme de ver a mi madre cantar con ganas un corrido mexicano.
Mis reuniones con
gente uruguaya interesada en cierto tema particular, con el disfrute de buena
camaradería.
Charlas públicas en el Planetario de Montevideo.
Mis encuentros con mi
“gran familia” como les llamo, en
Shangrilá, Uruguay, que son amistades surgidas durante mi matrimonio, y
prolongadas con nuestros respectivos hijos.
Mis visitas a una muy
buena amiga, profesional odontóloga, en Montevideo y en Punta del Este, que me
lo hizo conocer de manera estupenda.
Las visitas de gente
amiga que desde Montevideo, vinieron a pasar unos días en mi casa.
Una ida a la cuna del
Jazz, la ciudad de Nueva Orléans que desde que era adolescente siempre quise
conocer, y me saqué ese gusto.
Y por supuesto,
celebraciones de cumpleaños, y otras, en
el encuentro con mi nuera, hijo y nieto, mi pequeña familia, en el Estado de Iowa, a 1.460 kilómetros de distancia, o su eaquivalente a 4 horas de vuelo, con una escala.
En medio de mi soledad –desde el fallecimiento de mi esposa— estos encuentros familiares renuevan mi espíritu.
En medio de mi soledad –desde el fallecimiento de mi esposa— estos encuentros familiares renuevan mi espíritu.
Hago mención a todos
estos acontecimientos, porque ciertamente me depararon dicha, me hicieron
sentir el sincero afecto y cariño de los amigos y amigas, y sobre todo, cómo a
pesar de la distancia, esos vínculos están firmes, y se mantienen en plena
vigencia. Han sido momentos gratísimos.
Y he sentido lo que
es el vínculo y la relación de la familia propia. El amor que de ello se
desprende. El gusto de estar juntos como núcleo humano fundamental.
Todos estos han sido momentos únicos, que valoro profundamente. Porque en medio de mi soledad, me han dado ánimo, me han hecho sentir muy bien, me han concedido el placer del contacto humano, de la compañía agradable y placentera, del gusto por el diálogo, y principalmente, por el cariño común y recíproco.
A todas y todos, ¡¡gracias!!
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