Sí, el alma de hierro puede ser útil para luchar por la vida, para no arredrarse por circunstancias adversas, para superar obstáculos, para ser persistente, para tener un proyecto, para querer alcanzar una meta; pero la ternura hace a la intrínseca sensibilidad de alguien que no puede tomar las cosas a la ligera, sino con responsabilidad, y con hondos sentires que ni se desvanecen como humo en el aire, ni se borran, como lo escrito en una pizarra.
Y porque siento con profundidad, no es nada facil avenirse a perder un amor como si nada pasara.
¡Vaya!, nunca he sido un aventurero con las mujeres. A ninguna engañé diciéndole "te amo" para convencerla de que intimara conmigo, y luego, adiós, si te he visto, ni me acuerdo.
Ese no soy yo. Esa jamás ha sido mi manera de proceder.
Nunca he ido en pos de ese tipo de "aventuras", que terminan siendo desventuras.
Por el contrario, sí puedo decir que he amado, con fuerza, con ganas, con decision, pero también con seriedad, con respeto, con responsabilidad asumida.
Y cuando alguien ha ocupado mi corazón, no ha habido lugar para nadie más.
Es pues dificil amar intensamente, y luego tener que avenirse a no continuar con una relación que hubiese podido fructificar en algo sólido y permanente, a poco que la otra parte hubiera tenido el coraje de jugarse por el amor que a su vez declaraba.
Pero no fue así.
Trago amargo que fui superando de a poco, bajo el horizonte de una amistad leal, sincera, que de alguna manera nos tuviese a ambos en contacto. Un mensaje electrónico semanal, tal vez alguna visita...nada más.
Y las cosas más o menos estaban en esos términos, cuando una constatación de mi parte sobre algo no hecho, que me hizo sentir defraudado, lo que sinceramente compartí, determinó que la otra parte se sintiese ofendida (sin razón alguna) y cortara toda relación, aún la de amistad, que nunca fue capaz de llevar adelante adecuadamente.
Es todo muy triste y desalentador. Y cuando digo entonces que dejo una experiencaia atrás, es porque tengo que hacer el esfuerzo de sobrevivir a la tragedia y el desastre. Como quien mira su casa destrozada luego de un tornado o un huracán. Y se plantea mudarse, o reedificar. Porque siempre le será necesaria una vivienda.
Que la imagen sirva para ilustrar en qué punto me encuentro. Y como digo, no es facil. Momentos hay de alegría, de euforia, de disfrute por las expresiones de amistad de personas que están geográficamente distantes inclusive. Pero en otros momentos me invade la desazón de lo injusto, de lo inmerecido, de lo que no se puede atar con todo lo anterior. Y tan sólo me pregunto: ¿por qué?
Soy honesto: no lo puedo entender.
Pero sigo para adelante, sigo remando, sigo esperando llegar a una orilla donde un alma buena me esté esperando, donde haya risas, y copas que chocan, y brindis y felicidad.
Sigo haciendo mis tareas, las que me he impuesto, como sacar fotos --porque me gusta--, como pintar (cuando me entra la inspiración), leer abundamentemente para estar adecuadamente informado, preparar otros blogs aparte de este, hacerme presente en Twitter y en Facebook, escribir y contestar correos electrónicos, y consultas que me hace gente amiga sobre ciertos temas, etc.
En una palabra, seguir siendo yo, que no he cambiado desde 2009 a la fecha. Y que -a pesar de que todo luce en forma contraria-- sigo confiando en una reacción positiva de quien alguna vez, dijo haber estado enamorada de mi.
Y no creo estar equivocado en mi pretensión. Amigos, y sólo amigos, pero de verdad, que se respetan, que se quieren bien, que se escriben, que sabe uno del otro, y que se sienten felices cuando pueden encontrarse personalmente.
Eso es lo normal, y a esa normalidad me atengo.
Por ahora es todo. Pero nadie crea que es facil...
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