Pensamos todo el día en ella, no concebimos nuestra exitencia sin ella, y abrigamos el sueño de poder vivir juntos.
Pero en el mundo de hoy, hay varias cosas que se admiten como normales o válidas, lo que años antes habría sido un imposible, porque no existía la tecnología que lo hiciera viable.
En primer lugar, abundan los sitios de búsqueda de pareja y propiciadores de encuentros.
Primer cuidado: hay que ver muy bien cómo uno se va a describir, qué poner y qué no poner. Hay que ser sincero por un lado, pero no desnudarse en público, por el otro. Hay cosas de uno que sólo podrán ir saliendo a luz en la medida en que se pase del encuentro inicial por internet, a una relación personal.
Segundo cuidado: esos sitios son relativamente confiables porque: a) la foto que vemos de la persona de que se trate, puede no ser actual y no responder a su verdadera imagen. b) la persona tenderá naturalmente a describirse con excelentes características, especialmente si es alguien lanzada a la conquista del eventual lector. c) la persona no tiene propósitos serios, y está usando la página para una especie de prostitución solapada, o simplemente quiere divertirse sin encarar responsabilidad alguna.
Dependará de lo qué busquemos, lo que podamos encontrar.
Un aspecto interesante que plantean las mujeres de edad mediana, por lo menos en Estados Unidos, es que buscan una solvencia económica considerable. No basta que alguien tenga un trabajo, quieren alguien con una alta remuneración, quieren lo que llaman "seguridad".
Ese tipo de mujer no va a tener interés en alguien de clase media o media baja. Quiere de clase media alta a ejecutivos. El punto aquí es: acepto a alguien por el dinero que tengo, o acepto a alguien porque gusta de mi como persona, y valora quien soy por quien soy y no por lo que tengo.
Las buscadoras de "seguridad" son ambiciosas, pero francamente no las aconsejo como posibles y adecuadas candidatas. Ahí no hay sentimientos, amor, sino interés. Si tanto tienes, tanto vales y estarán contigo. Pero si no hay amor como base, más vale dejar eso a un costado.
La internet es una fabulosa herramienta de comunicación. Uds. de pronto pueden encontrar personalmente a alguien, y entablar luego de un primer encuentro una relación que --en razón de la distancia geográfica-- necesariamente tendrá que ser mediante correo electrónico, chats, y llamadas telefónicas.
En cuanto a chats, o correo, está admitido social y culturalmente el sexting (o sea el uso de textos que son explícitos en cuanto a sexo) como una práctica común entre adultos que consienten y gustan de eso. Obviamente eso no se dará al principio, pero podrá darse a medida que avanza el conocimiento de ambos por el intercambio epistolar.
Pero, aunque la internet cumpla maravillosamente su función, permítanme decirles: no se sostiene una relación de amor por internet, por mucho tiempo. Es necesario que uno de los dos se mude hacia donde vive la otra parte, para finalmente compartir un mismo lugar de residencia, y eventualmente pasar a vivir juntos como pareja.
Si no se da la convivencia, la experiencia de adecuarse y adaptarse al nuevo lugar de residencia, y de pasar juntos por diversas vicisitudes de lo que es la vida misma llevada adelante cotidianamente, nunca se conocerán del todo, y pueden haber inesperadas sorpresas. Como que al tratarse cotidianamente, de pronto descubren aristas insospechadas de la otra persona, que les hacen recapacitar respecto a si verdaderamente querrían unirse o no a ella de por vida.
De pronto esa experiencia de convivencia, confirma, agranda y profundiza el vínculo, y entonces sí, están dados todos los elementos en forma óptima para vivir juntos y ser felices.
Porque el objetivo es vivir el amor sin límites ni restricciones, al máximo posible, y sentirse en armonía y verdaderamente felices. Ese tiene que ser el norte y propósito de la vida en común. Si eso se logra, es maravilloso, pero si en cambio la convivencia se torna dificil, si se convive en medio de la incomunicación y el silencio, de la preponderancia de uno sobre el otro, de imposiciones o de dominio psicológico, eso no sirve, eso hace desdichado, eso puede que haga que uno de los dos arrastre la situación con un callado dolor en su corazón, pero aguardando el momento para salir hacia la libertad.
Nunca la vida en pareja ha de ser una vida de opresión, de silencio impuesto por las circunstancias, ni aunque hubiese hijos de por medio. Nada debe frenar la libertad de amar y ser felices. ¡Nada!
De modo que la convivencia en pareja es el objetivo final. Pero antes de llegar a eso, hay que conocerse y muy bien. Hay que vivir en la misma ciudad, verse cada día, pasar horas juntos aislados del mundo, momentos únicos de la pareja. Dialogar cuanto sea necesario, conocerse todo lo posible, y llegar a la convicción final por ambas partes, de que sí, que quieren estar juntos para siempre.
Bases para esa felicidad y armonía, bases para ese amor, debe ser una entrega total y genuina del uno al otro. Una apertura total de corazón, sin secretos guardados de ningún tipo. Afianzar una sólida confianza mutua. No mentirse. Ser honestos, ser responsables por lo que se dice y lo que se hace. Ser coherentes con los valores, principios y las palabras empeñadas en algo. No desdecirse en los hechos, con lo que se enuncia con palabras. Y estar dispuesto al sacrificio propio por el otro, estar dispuesto a jugarse, es decir a dejar algo atrás, a perder algo, con tal de ganar lo que está en un futuro que se puede hacer realidad.
Amigas, amigos. Comparto esto por circunstancias de mi experiencia de vida. Ojalá les sea util, les abra los ojos a algunas realidades o confirme cosas que Uds. han pensado.
Al amor, con cautela. Entusiasmo, alegría, felicidad, todo ello es hermoso, pero que no sea un momento pasajero.
Que no nos engañemos a nosotros mismos respecto de lo que sentimos, y menos, a la otra persona.
Y si hay algo sagrado son los sentimientos. Con los sentimientos NO se juega. Porque podemos edificar algo juntos, pero también podemos destruir a la otra persona, si luego de llegar como a una cima de sentimientos, de pronto, la despeñamos y arrojamos a un vacío de insensibilidad, incomprensión, incomunicación.
Cuidado pues. Asegurarse muy pero muy bien, que la persona además de ser normal, es capaz de respaldar en los hechos cada una de sus aseveraciones. No sea cosa que se eche de golpe atrás en todo, y nosotros quedemos desechos, pagando las consecuencias de una relación en la que nunca debimos haber estado.
¡Buena suerte!
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