LOS DE BUEN CORAZÓN

A veces me pongo a pensar en la tremenda maldad que hay desplegada en el mundo.

Codicia, avaricia, ejercicio desmesurado del poder, dominación, corrupción, manipulación, asesinatos a granel, crímenes de todo tipo, explotación infame de niñas, niños, y seres humanos desvalidos, como si fueran cosas.

Y a ello, se añaden los traficantes, de gente, de animales silvestres o partes de ellos, de armas, de drogas ilícitas, traficantes finalmente de la muerte.

Son lo malditos de la Tierra. Son los que cada día se levantan pensando y planificando el mal que van a hacer.

Son los que reclaman para sí lo que le niegan a todos los demás.

Son los que se han apoderado de este planeta, para deformarlo, alterarlo, extinguirlo.

Son las huestes de la guerra y la destrucción, son la expresión concreta y palpable del mal.

Y frente a ese mal multiforme, más que pensar, siento y recuerdo los nombres y los rostros específicos de tantas y tantas personas que el Ser en Sí me dio el privilegio de conocer a lo largo de mi existencia.

Y lo que mejor podría decir de esas personas es que fueron y/o son, gente de buen corazón.

Gente compasiva, sensible. Gente que se esfuerza por hacer el bien. Gente que no anida odio en sus corazón, sino un amor y un cariño que lo derraman en cada contacto humano.

Gente servicial, honrada, trabajadora,honesta, discreta, sencilla.

Son el resto diferente de la humanidad. El remanente de los buenos. El número de aquellos por los cuales el mundo y las sociedades todavía funcionan.

Ellos llevan el peso cada vez peor de una especie humana que como tal se degenera cada vez más, y se pierde en la cultura de muerte.

Ellos son bienaventurados, su espíritu no ama la riqueza, son pacificadores, y por eso también muchas veces son perseguidos y mal comprendidos.

Pero son la sal de la Tierra, la luz del mundo.

Los de buen corazón.



enigma