Saturday, September 19, 2009

SOLEDAD

He conocido la soledad.

Cuando llegué a Estados Unidos, sólo era yo y mis valijas de viaje.

En el apartamento era todo silencio. Nadie que me recibiera, que me preguntara cómo había sido mi jornada, que me diera un abrazo, un beso. Nada…

Tal vez por eso, lo primero que hice, en cuanto pude, fue adquirir un equipo de audio. Allí me acompañaba la música, --querida amiga inseparable de miles momentos, que le habla a uno al corazón-- y claro, palabras, notas, reportajes, información.

No estaba –aunque parezca mentira— la maravillosa Internet. Con mi máquina de escribir eléctrica, enviaba mensajes al exterior, y entre que iba y me llegaba la respuesta, podían pasar 17 días!

¡Qué angustia no saber nada!, ¡que silencio tremendo!

Eran las horas de escribir hasta las 2 de la madrugada, esperando que al enviar una lluvia de cartas, luego recogiera al menos algunos mensajes de regreso.

Busqué y fueron surgiendo amigas y amigos. Los primeros, los que me conectaron entre sí, hasta que luego compartí un apartamento con un colega y ya la cosa cambió bastante.

Al menos teníamos para charlar, especialmente los fines de semana, mientras compartíamos el muy criollo y querido mate.

Pero tal vez esa experiencia, eso de ir a una sala de un cine y estar solo mientras todos los demás o casi todos, estaban acompañados. Eso de deambular solo por las calles, sin tener con quién comentar nada, es una situación especial y única para quien siempre vivió en familia.

Para quien vivió en permanente contacto con amigas y amigos en una ciudad pequeña, donde además podía mantener una serie de actividades aparte de mi trabajo, y desarrollar mi creatividad, gustos y preferencias.

Aquí fue muy distinto.

Pero una cosa también aprendí. Muchas veces podemos estar rodeados de gente, en nuestro empleo, en un lugar de estudio, en un estadio, en un concierto, en una fiesta, y sin embargo, sentirnos solos.

La soledad no es sólo una situacion en el plano físico. Es también una situación en el plano espiritual, o de los sentimientos.

A veces, aún acompañados, nos podemos sentir muy solos. Sentir la ausencia de algo que nos hace falta, que a veces ni siquiera descubrimos o intuimos rápidamente de qué se trata. Pero sentimos como que hay un vacío que nos acompaña como una sombre. Va con nosotros no importa dónde estemos.

Lo que no tiene que ocurrirnos, es sentirnos derrotados. Lo que no debe pasar es que eso nos deprima. Nos haga sufrir, nos arranque lágrimas de los ojos. No.

Es conveniente analizar la situación, es adecuado sopesar pros y contras de decisiones que podríamos tomar.

Es sabio esperar activamente, y tal vez, el mañana, un mañana que puede ocurrir en cualquier momento, --o sea en el momento en que deba ocurrir, en el momento oportuno y debido—nos sorprenderá en una situación diferente.

Habremos vencido la soledad. Nuevamente nos sentiremos acompañados.

Es como si una parte de nosotros que estaba ausente, retornase, o de golpe se nos acoplase y nos completara.

Volvemos a ser enteros, volvemos a sentirnos plenos, volvemos a ser cien por ciento nosotros.




enigma

No comments:

Post a Comment