Monday, September 21, 2009

NO PUEDO DECIR QUE NO EXTRAÑO

Al vivir en un país que es muy diferente al cual uno nació y creció, la pregunta me la han hecho muchas veces: ¿no extrañas a Uruguay?

Para cada quien, su país de origen es un pedazo de existenica imborrable, y de vivencias y experiencias únicas.

Está marcadas por la geografía (¡qué diferente es nacer y crecer en una ciudad costera, que en un valle rodado de montañas!), están marcadas por el clima (¡vaya si hay diferencia entre un clima medio, que no conoce de calores o fríos extremos, y otro con veranos de 39 grados centígrados y 90 por ciento de humedad, o inviernos de 15 o 20 grados bajo cero, nieve y hielo atascando los caminos etc.!) y están marcadas por la idiosincracia del pueblo en medio del cual se ha habitado, y sus costumbres.

La ida la playa, el asado a las brasas, las buenas pizzas con muzzarella, el fútbol, la pasión de la política, y el remanso de un picnic bajo un árbol. La pasta dominguera, las idas al cine o al teatro, y la familia, ese entorno que nos da razón de ser, sentido de pertenencia, respaldo permanente y cierto.

Y…los amigos y amigas, punto importantísimo que deviene en nuestra propia existencia compartida. Somos en buena medida porque somos con nuestros amigos, y cuando los perdemos ¡por cierto que es lo que más extrañamos!

Sí, esas cosas típicas de uno, el paisaje, la gastronomía, ciertos hábitos sociales, se extrañan.

Pero también debo decir, que cuando uno se va de un país, se lleva consigo ese país que está en uno, que es el que uno vivió hasta el momento de irse. Y como el país sigue siendo sin uno, cambia, se modifica, se transforma, especialmente cambian su sociedad, su lenguaje, sus costumbres, y las mismísima forma de ser de su gente.

Entonces cuando uno retorna, la geografía es la misma. El clima no ha variado tanto –a pesar del cambio climático global— la gastronomía se mantiene y de pronto se ha ampliado, pero…la gente es otra. Vive y habla de otra manera. Se relaciona de manera distinta, entonces podría decirse que el continente físico es el mismo, pero lo que ha variado tremendamente al punto de resultar irreconocible, o muy dificil de identificar con el país que uno lleva adentro, es el país que hoy hay, o sea, el contenido.

No hesito decir que si el cambio operado en el país fuese para mejor, me sentiría no sólo felicísimo de retornar, sino de ver la modernización, el progreso en todas las áreas. Un país seguro, gente feliz, ciudad limpia, bien iluminada, alto nivel cultural, una educación de categoría, una atención de la salud a nivel internacional, o casi. En fin, todo eso, daría una felicidad y un orgullo legítimo.

Lamentablemente, el decaecimiento en todas las áreas es impactante. Entonces lo se que encuentran son los despojos de lo que una vez fue un pequeño pero gran país, ejemplo para América Latina y el mundo.

Y eso duele, y mucho.

Por eso cuando me preguntan si extraño, puedo decir que extraño el país que llevo dentro y que no es más. Pero no puedo extrañar esta realidad de hoy, que me es totalmente ajena, porque no responde a las pautas socio-culturales de la sociedad en la que crecí y viví la mayor parte de mi existencia.

Porque no me identifico más con ella. Me siento ajeno, no pertenezco a este país de hoy. No puedo pertenecer pues no existe prácticamente identidad entre el Uruguay que viví, y esto que hoy aún queda.

Es la verdad, es la realidad, y en lo personal, es mi vivencia.



enigma

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