POCAS PALABRAS BASTAN

Dice el refrán: “A buen entendedor, pocas palabras bastan”.

No es necesario echarse un extenso discurso para querer decir algo sustancial, y transmitirlo de tal manera que el mensaje, su contenido, su intención, sean perfectamente captados.

América Latina en general, es una cultura que sufre de “blablismo”, o sea de demasiado palabrerío para decir algo.

Nos viene, claro, de los españoles.

Tal vez por eso, yo aprecio el inglés, como un idioma que de por sí nos permite ser concisos, ir directamente al punto, y con pocas palabras expresar cuanto queremos decir.

El valor de los mensajes breves, pero cargados de sentido, de emoción, de sentimientos, es que en cierta medida, impactan más.

Y ayer justamente me pasó eso, lo que motiva hoy esta reflexión.

Alguien me envió un mensaje breve, que tenía un contenido que despertaba espontáneamente la risa, pero que a la vez, hacía referencia a mi persona.

Me gustó de tal manera, que cambió mi día. Estuve toda la jornada de muy buen ánimo.

No sólo –bien se sabe— el humor es bueno y saludable, sino que además, anima de tal manera que su efecto puede durar por horas.

También el refrán dice: “lo bueno, si breve, dos veces bueno”.

El don de la síntesis es realmente muy importante, y aprender a usarlo, termina siendo casi, una virtud.

Mensajes cortos, pocas palabras, pero sinceras, profundas, tocantes, humorísticas, realistas, serias, no importa su tono. Lo que importa es que lleguen al alma. Y esto basta.

¡Qué fuerza tiene la palabra! ¡cuánto bien podemos hacer a otros, si la usamos con calidad y precisión!



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