He escrito ya varias veces que vivimos confiando. Se necesita confianza para vivir.
Confiamos en quienes ni siquiera conocemos, no sabemos sus nombres, sus costumbres y estilo de vida, sus antecedentes clínicos, nada. Puede ser el conductor del bus o del taxi en que viajamos.Y al ascender al vehículo, ponemos cuanto somos en sus manos. Toda nuestra vida.
Confiamos en lo que declara en su etiqueta un alimento que compramos. A veces la etiqueta no dice la verdad y tiempo después el producto tiene que ser retirado del mercado. Pero entre tanto, lo consumimos...
Vivimos confiando. Se necesita confiar para vivir.
Me pregunto a veces por qué, en cambio, entre personas que se conocen, que saben el estilo de vida que les corresponde, que saben de su salud, que saben cómo piensan, qué principios rigen sus vidas, etc. sin embargo, se plantean de pronto crisis de confianza, que a veces son llevadas a extremos paranoicos.
Es el caso del marido o la mujer celosa. No tiene pruebas, no tiene evidencias, pero cela...no confía, y se angustia, se amarga, se pone violento/a, hay discusión, y finalmente ¿qué hubo en concreto?...nada, o a lo más un mensaje cibernético, o unos...
Sí, pero el contenido era revelador!...De acuerdo: entonces, hay que actuar con sabiduría. Primero: no perder la calma, porque nos quita la razón, y además nos crea un problema más. Segundo: razonar con tranquilidad, midiendo con precisión la gravedad de la situación; Tercero: si tanto nos duele algo es porque amamos, y si amamos, actuemos con amor. Cuarto: actuar con amor significa: explícate, dime la verdad. Y cuando se conoce la verdad, agradecerla, darse cuenta que es algo que en ese momento tiende un puente y une, por sobre todo porque es la verdad más allá de la índole intrínseca de la misma. Quinto: analizar y reconocer los propios errores. Si la persona ha entablado una comunicación con otra ¿qué la motivó?, ¿por qué la necesitó? ¿cuál ha sido nuestra propia falla que abrió lugar a eso otro?, ¿es posible perdonarse mutuamente y reconciliarse?
Ese proceso restaura confianza, y la profundiza y agranda. Porque involucra y pone en juego el elemento fundamental que es el amor. Y porque una vez que hay reconciliación, hay más unión y mayor comprensión de la dimensión humana y por tanto imperfecta de cada parte.
Hay pues que vivir con confianza y confiando. Pero cuando ocurre una crisis, hay que saber superarla, ¡con confianza! Confianza en que es posible, confianza en uno mismo, y confianza en el otro o la otra.
Alguien me decía en un autoanálisis despiadado:"soy una mala persona". Y yo que conozco a esa persona le decía que no. Y sé que no es una mala persona. Que en múltiples aspectos de su vida es una persona excelente. Sólo que de pronto adquiere conciencia de que en un aspecto falla.
No se tiene piedad para reconocer que es humano errar, equivocarse, fallar. ¿Es posible corregir la falla, es posible volver a empezar, es posible el borrón y cuenta nueva? ¡Sí claro que es posible!.
Para eso se requiere voluntad, fortaleza de espíritu. Y se requiere tomar una decisión firme que en el momento nos puede doler. Pero vale la pena si nos hace más dignos y nos afirma en quienes somos.
Hay otras formas de superar esa falla volviéndola en elemento motivador para introducir cambios positivos en la vida, que la modifiquen que la transformen, que abran nuevas avenidas a un mañana distinto.
Si la persona es soltera, tal vez la solución está en casarse. Si la persona es casada, tal vez la solución honorable es divorciarse, y casarse con quien quiere.
Y si la persona no quiere abordar ninguna de esas modificaciones, entonces lo que debe hacer es retirarse, es desaparecer de la escena, en forma definitiva y radical.
O bien la persona se acepta tal cual es, internaliza sus propias fallas, las supera con todo lo demás que hace, y sigue, contentándose con hacer posible, lo que es posible.
enigma
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