Este fin de semana se hizo realidad en mi, aquello de "el hombre propone y Dios dispone".
Tenía todo listo para un viaje que iba a comenzar el lunes 17 de mañana.
Pero el domingo 16, amanecí con una insólita y jamás antes experimentada taquicardia y arritmia, conjuntamente con una persistente nausea.
No fue sino varias horas después --la inconsciencia de pensar que tenía sólo un problema de mala digestión-- cuando un descenso pronunciado de mi presion arterial (siempre dentro de parámetros normales) hizo que me sientiera a punto de desvanecerme. Allí fue cuando decidí llamar al servicio de emergencia, llegó la ambulancia y me trasladó al hospital más cercano, que me queda a 4 minutos de casa.
Siete horas en sala de emergencia --la C-10 del Fairfax Hospital, en Virginia-- y luego finalmente me pasaron a una sala individual --la I-318-- del moderno edificio destinado a lo cardiovascular, específicamente al piso de la Unidad de Telemetría Cardíaca. Allí siguieron intensamente un tratamiento para volver a la normalidad el ritmo cardíaco y aumentar a la vez mi presión. A lo largo de horas lo lograron, pero ya estábamos en el lunes 17.
Obviamente hube de cancelar mi viaje.
Las causas de la fibrilación atrial, que es lo que tuve, no se han podido determinar.
Para mi significó una prueba. Primero de mi fe. En todo ese episodio estuve tranquilo, en ningún momento me pasó por mi mente la duda de que podría fallecer. Estaba seguro de que habría de salir de esa situación, entre otras cosas porque nunca antes tuve problemas de ninguna índole con el corazón, ni con la presión, y porque confiaba en la calidad del hospital donde se me asistía.
En segundo lugar, puso a prueba mi temple para pasar por todo esto, y a pesar de lamentar no haber podido realizar el viaje programado, pesó en mi más la preocupación por las cosas que dejaba de hacer al no viajar, que la situación misma en que me encontraba.
Doy gracias al Ser en Sí, que me sostuvo y me permitió salir de esta emergencia.
Ahora ya repuesto, pienso en otros viajes que tengo por delante, y que espero hacer.
Pero lo fundamental es que me recuperé por completo, que me siento tan bien como antes de pasar por ese episodio, y que aguardo con expectativa mis vacaciones que comenzaré en Diciembre.
A veces la existencia nos pone a prueba, con reveses como este, con la frustración de un viaje no realizado, con un repentino e inimaginable quebranto de salud. Algo como para hacernos reflexionar de que hoy estamos y mañana podemos no estar. Para que tomemos consciencia de lo efímero que somos, y de la importancia que por lo tanto tiene cada día que vivimos. Y de que --en tanto estamos-- cuánto bien en favor de otros, podemos hacer.
También este episodio ha puesto en el tapete con innegable elocuencia el hecho de que no puedo seguir viviendo solo. De todo punto de vista y a todo propósito, necesito volver a vivir en pareja. Esto lo digo no como pedido genérico o como búsqueda de ninguna dama en particular. Lo digo como sensata reflexión frente a lo que me ha pasado. No me puedo dar el lujo de seguir viviendo solo.
Entre tanto, el calor y el cariño de familiares y amigos, me alienta para sentirme acompañado y seguir adelante.
A todas y todos ellos, mi inmensa gratitud.
enigma
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