¿Por qué los enamorados?, ¿por qué se aman?, ¿por qué quieren y sienten la necesidad de amarse?, ¿qué fuerza tan extraordinaria les une y cohesiona?
¿Cómo explicar el amor? No, no es simplemente el juego de ciertas sustancias químicas en el cerebro y las sinapsis. Eso es más bien la consecuencia del sentimiento de amar, que hace esos contactos y esas conexiones, así como el chocolate alienta la producción de endorfinas.
Ciertamente hay un ineludible componente físico. Es la belleza del cuerpo de la otra, del otro, el que provoca la primera atracción, y seguramente dispara un montón de conexiones cerebrales y de sensación placentera.
Pero hay algo más. Cuando lo que nos enamora es un ser humano concreto en medio de miles y miles de millones en el mundo, o de cientos a nuestro alrededor cada día de vida, cuando lo que nos enamora es una personalidad, su presencia, sus modales, su voz, su inteligencia, su cultura, su fineza en el trato, su sentido solidario, su sensibilidad, su romanticismo...eso va más allá de lo meramente físico.
Eso se enraba con un prototipo de valores que tenemos profundamente internalizado y que encuentra en la persona una representación concreta y específica de ellos.
Entonces surge espontáneamente, la belleza del enamoramiento, del romance, que no admiten explicación racional alguna. Que no la necesitan tampoco. Simplemente ocurren.
Es un verdadero milagro, el milagro que fundamenta la consecución de la vida misma y de la especie sobre este planeta que llamamos Tierra.
Ese amor en nuestros corazones, es después de todo una chispa divina, pues la quintaesencia del Ser en Sí, ese que solemos llamar Dios, es el Amor.
Amar pues, es conectarse en alguna manera con el cielo, es establecer un diálogo de sentimientos magníficos y superiores. Es la excelsitud y exquisitez del encuentro de dos almas que tienen mucho en común y lo quieren vivir juntas.
Se me ocurre que estas disquisiciones ayudan al menos a contestar la pregunta: ¿por qué los enamorados?
El amor simplemente es, surge, se desarrolla, crece, se profundiza, se expande, se comparte.
No busca lo suyo, no es egoísta, no espera recompensa, se da generosamente.
No puede racionalizarse, buscársele lógica, pues no la tiene.
Por eso al amor tampoco se le puede reglamentar ni ponerle bretes. Tiene que vivirse en la espontaneidad de lo libre, de lo que tiene por atadura el sentimiento mismo que une a dos que se aman.
El amor se vive con sencillez, sin pompa, sin ceremonias. No necesita de documentos, que lo acrediten. Se acredita por sí mismo en la realidad de una esplendorosa vivencia.
¿Por qué los enamorados?
Deja latir tu corazón, enamórate, vívelo, y lo entenderás todo y comprenderás todo.
enigma
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