Me considero un individuo medianamente inteligente, capaz, preparado, con vasta experiencia en muchos ámbitos de la vida, y aún con todo ese bagaje que llevo conmigo, hay cosas que trato y me esfuerzo por entender, pero me resultan incomprensibles.
Tal vez porque finalmente la comprensión de las mismas, no está en mi, sino en alguien que tiene que pronunciarse con franqueza, que hablar sin miedo, con corazón abierto, y decir de qué se trata.
Explicar qué pasó, cuándo, cómo y por qué.
El cuándo lo tengo cuasi bien definidio en el calendario. Pero me quedan por resolver el qué, el cómo y el por qué.
Francamente, se hace muy cuesta arriba comprender una voltereta de 180 grados en el derrotero que un proceso.
Voy a ponerles una situación que sirve de ejemplo. Voy a usar una metáfora. Supongamos que ustedes y yo estamos listos a suscribir un contrato, un contrato importante.
Pasamos cuatro días discutíendolo, considerando sus diversos aspectos, y quedamos en un gran acuerdo. Nos despedimos dándonos la mano en algo más que un darse la mano, en una expresión de mutua confianza de que a la semana siguiente, el contrato se va a firmar.
Vueltos cada uno a lo suyo, Uds. reciben un mensaje de mi parte, diciéndoles que no se molesten en venir a verme, porque no voy a firmar tal contrato.
En tanto y en cuento en es semana que medió entre el acuerdo, y la firma del contrato pactada, no hubo ningún hecho que determinase una variante de actitud de mi parte, ustedes seguramente quedarían más que perplejos, y exigirían con todo derecho, una explicación de ese mi repentino cambio de actitud.
Me puse yo en la situación de ser quien da esa inesperada e insólita voltereta, para que ustedes comprendan mejor cómo se recibe y se siente una actitud así esgrimida.
Pues bien, en este caso, yo soy el receptor de semejante actitud.
Y de no mediar una explicación, por mi solo no puedo entender un cambio de rumbo radical, tomado unilateral e inconsultamente en tan solo una semana, sin haber mediado de mi parte absolutamente nada que lo justificara.
Me he devanado los sesos por el honesto esfuerzo por entender, por comprender, pero me es realmente imposible. Hasta que la otra parte no se explaye como debe hacerlo, por una cuestión elemental de ética, no podré descifrar ese misterio.
Es cierto que en el plano de las relaciones humanas interpersonales, a veces también esos cambios pueden atribuirse a factores psicológicos en los que no es del caso ahondar aquí. Pero si esos factores no existen, entonces tiene que haber una explicación racional.
Volviendo al ejemplo del contrato incumplido, podría ocurrir (y esto es muy hipotético) que luego de haber acordado con ustedes firmar el contrato, termina por convencerme otro grupo económico, y paso a firmar el contrato con ese otro grupo y les abandono a ustedes.
Ciertamente que si eso hubiese ocurrido, a ustedes no les caería nada bien. Lo verían totalmente reprobable y criticable. Pero...está en las posibilidades, y al menos, ustedes podrían entender por qué finalmente no son los agraciados con el contrato que se había quedado en firmar.
En fin, amigas, amigos, soy hombre de fé, o tal vez para autodefinirme mejor, de aceptación racional de ciertas cosas que pertenecen a planos superiores o inefables, y esas convicciones me sostienen en mi diaria existencia.
Pero soy un individuo muy racional, y me causa exasperación, molestia, incomodidad, inquietud, no poder entender una situación que necesariamente tiene que tener una explicación.
Aún la espero....
enigma
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