Saturday, April 26, 2014

LA FIDELIDAD, UN ASUNTO DIFICIL

La tradicional fórmula dentro de los votos que se hacen las parejas al casarse, es "hasta que la muerte nos separe".

Pero mucho antes que a alguno de los cónyuges le llegue esa etapa final, hay cosas de la vida que pueden separarles.

Desde el empleo de alguno de ellos que le demanda pasar semanas o meses viviendo en otro país, de pronto muy distante, o circunstancias cotidianas en el empleo, o el ambiente en que una persona se desenvuelve, dentro de las cuales cabe que surja inesperadamente un romance.

No estoy hablando de personas con patologías, de esas cazadoras de mujeres o de hombres como si fuesen trofeos deportivos ni nada de eso.

Estoy refiriéndome a personas normales, esencialmente decentes, de buenos sentimientos, nobles, sensibles, que de pronto se ven envueltas en circunstancias que se van dando con naturalidad y que llevan a que surja algo fuera del matrimonio o de la pareja establecida, aunque no sean casados.

El desentendimiento o el aburrimiento de la pareja que lleva un tiempo considerable en el matrimonio, tiempo que se ha vuelto mucho más complicado y complejo con la presencia de hijos. Una relación sexual que ha dejado de tener el atractivo, interés y el despertar de la pasión del inicio. Una divergencia de personalidades, donde los criterios a menudo son totalmente dispares para resolver temas concretos de la vida en familia. 

Un integrante de la pareja demasiado debil, o demasiado dominante, lo que hace que en el total la pareja no funcione adecadamente.

Un punto en el cual ya lo que le queda a la pareja es simplemente la costumbre, o el compromiso de seguir juntos por darles un hogar formalmente constituído a los hijos, pero donde hay un vacío real de amor...

Éstas son algunas de las causas que se me ocurren por las cuales la fidelidad puede verse violada, transgredida, abandonada.

No se trata de mala intención. No se trata de burlarse del otro o la otra, de jugar a las escondidas, de encontrar morbosamente un sabor especial en hacer algo "prohibido".

Se trata de que un ser normal, ella o él, tienen una necesidad de una persona, una forma de ser, de decir, de actuar, que no lo encuentran en su pareja ya, y lo encuentran de pronto en alguien. 

A partir de allí, como seres humanos, todo es posible.

¿Cuánto durará esa relacion? Como yo no le hago caso a los neurólogos que creen que el amor es nada más que el funcionamiento de un conjunto de endorfinas, dopamina, serotonina y otras sustancias químicas en el cerebro (un reduccionismo materialista que no hesito en tildar de absurdo), no me afilio a la tesis banal de que un romance no puede durar más de dos años y medio.

Eso es tan estúpido como decir que un matrimonio no puede durar más de diez, o que un noviazgo no puede durar más de dos.

El amor no tiene límites etarios, geográficos ni de tiempo. 

Por eso, en acuerdo de ambas partes, un romance puede durar para siempre.

Si no ocurre así, es porque una de las partes ha fallado, no amaba cuanto creía amar, no sentía lo que la otra parte, no estaba a la altura de las circunstancias. 
Su sentir ha sido más bien emotivo-superficial. No caló hondo.

También puede ser que el romance se rompa en virtud de que dentro del matrimonio al cual una de las personas en el romance pertenece, su cónyuge le haya descubierto su relación o la sospeche, y le ejerza tremenda presión para que la termine, so pena de divorcio, quedársele con los hijos u otro tipo de amenazas, que son rayanas con la violencia doméstica.

Y cuando digo violencia doméstica, no es que haya golpes o heridas, sino algo más sutil como es la presión psicológica, el chantaje con los hijos, u otras cosas a las que la otra parte pueda recurrir: el estigma a nivel de la familia y a nivel de las amistades, o a nivel social etc.

Por otro lado, si la persona involucrada en el romance, siente un auténtico sentimiento hacia su nueva pareja, decidirá inteligentemente terminar con su matrimonio, e iniciar una nueva vida, con otros parámetros, viviendo en otro lugar, tal vez conservando sus hijos, si los hay de por medio. O sola, si no los tiene.

Son, en último término, opciones de vida. Son cosas que a lo largo de nuestra exitencia pueden ocurrir.

No son ni una anormalidad ni un crímen. Y son mucho más comunes de lo que algunos creen.

Las estadísticas demuestran que hay más divorcios que matrimonios. Que hay más parejas permanentes sin casarse que las que se casan. Esto está diciendo algo a las claras.

También hay personas que se casaron muy jóvenes, con muchas ilusiones y fantasías que la vida misma se encargó de irlas demoliendo una a una. Y mostrándoles que la realidad es otra, y a veces no muy agradable que se diga.

Cansadas, casi agotadas de soportar una situación que cada vez se les hace más intolerable por algún motivo, por la forma de ser de su esposa o esposo, la persona va a ir a buscar afuera,va a sentir la necesidad de amar y ser amada, y tal vez, en ese deambular de un corazón errante, encuentra un día en alguien, a aquella mujer o aquel hombre con quien de pronto no se casará, pero querrá finalmente unirse, si su romance florece, crece y se profundiza.

Y eso, en total libertad para ambos. Si cualquiera de los dos se cansa del otro por el motivo que sea, lo conversan civilizadamente, y cada uno sigue su vida independientemente.

Porque finalmente, dentro del matrimonio o fuera de él, la única fidelidad posible y real, es la que surge de dos que quieren estar juntos y que no se conciben separados. 

Si eso no existe, todo lo demás es apariencia, decorado, pero un gran sinsentido.
Una especie de castillo de naipes. Una construcción abstracta e irreal que no tiene sólidos fundamentos.

Esa es mi opinión.

enigma
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