Hubo una época en que hablar de amantes era como referirse a un amor prohibido, a un amor envuelto en las tinieblas de lo oculto, e hipócritamente señalado como negativo, como pecado, como algo malo.
Las épocas afortunadamente han cambiado. Los amantes no tienen necesariamente por qué integrar una pareja en que uno de los dos, o ambos, estén respectivamente casados. No se trata de que traicionen a nadie.
Amantes son todos aquellos que llegan a vivir su atracción, su quererse o su amor, al punto de fundirse en uno solo en una intimidad intensa, apasionada, gozosa y feliz.
Amantes son aquellos que al mirarse a los ojos se entregan el uno al otro, y todo el resto del planeta desaparece en ese instante mágico.
Viven su encuentro con libertad total. Ninguno ata al otro. Es una experiencia de vida, incondicional, que lo único que requiere es el mutuo consentimiento de ambos. No necesita de leyes, ni de protocolos, ni de ceremonias ni de documentos.
Los amantes no se reclaman a si mismos en nada, no se condicionan en nada, no se limitan en nada. Amplios en el pensar, decir y hacer, lo viven todo con naturalidad, con gusto y con placer.
Son el epítome de una relación madura, en esta época post-matrimonial.
Los amantes se entienden,se complementan, se respetan, se consideran mutuamente, y por sobre todo, disfrutan plenamente de estar juntos toda vez que pueden.
Es un compartir de momentos felices y bellos que recomponen el ánimo, que equilibran el sentir, que fortalecen la salud del cuerpo.
enigma
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