Tuesday, October 1, 2013

SETENTA VECES SIETE = SIEMPRE

"Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contar mi? ¿Hasta siete?
Jesús le dijo: No te digo haste siete, sino aun hasta setenta veces siete".
                          Evangelio según San Mateo, 18:21-22

Estas palabras de Emmanuel (Jesús) a su discípulo Pedro, no son simplemente algo personal, algo exclusivo para Pedro, sino una enseñanza, y un mandato ético para todos sus discípulos, de todos los tiempos.

Como todo mandamiento de Emmanuel, no es sencillo ni de facil aplicación, y para algunos, tampoco les es fácil comprenderlo.

Perdonar setenta veces siete, no es 490 veces y luego de ello no perdonamos más. Esa sería la interpretación más ridícula de las palabras de Emmanuel.

El meollo del asunto está en el tipo de vida que deseamos llevar. 

Si deseamos llevar una vida conflictiva, donde siempre encontramos motivos de confrontación, de revancha, de encono, de odio, seremos esclavos de esos sentimientos destructivos toda nuestra existencia. 

No será raro que padezcamos úlcera y otros males, porque lo que está en nuestra mente y espíritu acusa su presencia en nuestro cuerpo.

Una vida sana, comienza por la paz espiritual, por una mente limpia, y por ejercer el amor sin limites. El amor "agape", o sea el sentimiento altruista por excelencia. Dadivoso, caritativo, que lleva al sacrificio de uno mismo en bien de los demás. 

Cuando nuestro corazón está en paz, sentimos y pensamos creativamente, y no tenemos lugar para el encono, la ira acumulada cada día, el deseo de venganza disfrazado de "justicia" --como suele darse por ahí-- ni cosas semejantes.

Esa paz interior, esa armonía de todo cuanto somos, es una clave de salud, y es salutífera en sí misma. 

Nos evitará muchísimos males físicos, pero sobre todo, enriquecerá nuestra existencia toda en el relacionamiento con nuestros semejantes.

Setenta veces siete, es el mandato claro a perdonar siempre.

A veces la gente por hacerlo casi mecánicamente olvida las palabras del Padrenuestro: "perdona nuestras deudas (transgresiones, pecados) así como nosotros perdonamos a nuestros deudores".

El perdonar es una acción recíproca que actúa como un "boomerang" en nosotros mismos. 

Mejoramos en todo sentido nuestra calidad de vida cuando perdonamos. 

A veces el perdón es explícito: voy a alguien y le digo: perdóname. A veces está implícito en una acción que emprendo, donde he dado vuelta la hoja, y dejo atrás todo aquello que ha podido significar un motivo de fastidio, de enojo, de encono. 

No miro hacia atrás sino hacia adelante. Importa el presente y el futuro. ¿Lo construímos juntos, o separados y enfrentados para siempre?

Perdonar siempre es la clave que asegura un buen presente y un futuro mejor.

Tristeza dan aquellos pueblos que no saben perdonar, aquellos dirigentes, líderes, gobernantes, que no saben y no quieren perdonar. 

Tristeza también dan las personas rencorosas, las que guardan dentro de sí el recuerdo de cosas que les han enfadado, hecho sentir mal, y como rumiantes, vuelven una y otra vez sobre el tema, para justificarse, y justificar su insidia y maldad.

Ese es un camino tortuoso, horrendo que sólo conduce a la desolación y la muerte, aún existiendo.

Por eso, en el camino de vida, en el camino de luz y no de tinieblas, resplandecen las palabras del Maestro de Galilea:
"setenta veces siete", o sea, ¡perdonar siempre!

enigma
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