Captar que unos ojos nos miran con ganas, y unos brazos nos estrechan, y el calor de un cuerpo se transmite, y se siente la tersura de la piel.
Ser deseado es realmente una de las cosas más lindas que nos puede ocurrir.
Es cierto que cuando uno está en esa situación, tiene que decidir si se entrega o no al deseo de la otra parte. Pero si las dos coinciden, entonces el placer es total.
Además de ser un sentir natural y lógico, el deseo despierta y pone en acción una cantidad de mecanismos en todo nuestros cuerpos, que son una clave en sí mismos de salud.
Por eso no es conveniente reprimir un deseo, en la medida en que el mismo sea viable, realizable.
Porque esa represión también trae consecuencias, pero de tipo negativo.
Pero realmente, sabernos deseados nos provoca un inmenso placer, refuerza la autoestima, y nos lleva de la mano a vivir momentos que devienen en inolvidables.
Y por cierto que una de las mayores felicidades y recompensas que podemos tener, es cuando hacemos nuestro aquello que deseamos. Cuando quedamos satisfechos.
O aún mejor, cuando los deseos de una pareja se encuentran, conectan y coinciden armoniosamente. En eso, sencillo pero hermoso, hay una gran sabiduría, y es dicha pura.
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