Pero allí su marido la llama para que le acompañe a ver una película que dan en televisión.
Ella accede a lo que su esposo le pidió, pero se trata de una película de horror, y a ella ese tipo de filmes no le gustan, le provocan miedo. El esposo tiene puesto alto el volumen. Ella se tapa los ojos para no ver imágenes de terror, y ante ello, el marido sube el volumen de la TV. Ella le pide por favor que lo baje, y él aún lo sube más.
Ella finalmente opta por irse a su habitación, y encerrarse allí, aunque el volumen del televisor sigue estruendoso.
Esto, que no es un cuento, sino el relato de algo verdadero, es un ejemplo claro de machismo.
Es obvio que uno inmediatamente puede preguntarse ¿en qué quedó el amor de ese hombre por su mujer?, ¿dónde está aquel que la galanteó y la quiso por esposa?, ¿es éste un comportamiento digno de un hombre?
Me parece que las preguntas se contestan solas.
El amor está hecho trizas, si es que algo queda.
El galán enamorado en tiempos de conquista, pasó a ser el macho dominador que somete a su mujer. Y si bien no hay agresión física, hay una agresión psicológica, y un desprecio por la persona misma de su esposa, considerada como algo (ni siquiera alguien) sin importancia, que no cuenta.
Éste es un individuo que hace lo que se le da la gana, y cree que tiene todo el derecho a obrar así, y que lo tienen que soportar, todavía.
El punto es que ese individuo, ese marido, está inmerso en una sociedad en un país latinoamericano, donde su cultura le concede o aporta el papel del sostén del hogar, del protector de su mujer, y de jefe de la familia.
Habría que empezar por cambiar varios términos que se encuentran en las mismas leyes del vínculo matrimonial.
Eso de hablar de "jefe de familia" es un anacronismo. Hoy día hay muchas mujeres que han preferido quedar solas con sus hijos, antes que aguantar un déspota en su casa.
Y otras han sido abandonadas por el hombre, incapaz de asumir su responsabilidad por los hijos que tuvo con la mujer.
Esas mujeres son "jefas de hogar", si cabe el término.
Creo que lo de "jefe" o "jefa" directamente debería eliminarse. Porque la sola enunciación de "jefe" se asocia con "el que manda". Y si alguien manda, alguien está destinado a obedecer.
Es interesante que aún en países laicos (o sea, que no profesan oficialmente ninguna religión) la ley establece que el hombre le debe protección a la mujer --lo cual indica que la mujer es debil y necesita ser protegida-- (otro anacronismo) y que la mujer le debe obediencia al hombre. Otro anacronismo más.
Porque en primer lugar eleva al hombre al carácter de protector. Y de pronto ante un peligro, ante defender a los hijos, la mujer tiene más agallas que el hombre.
En segundo lugar, porque al colocar a la mujer en el papel de obediencia debida, eso le da carta blanca al hombre para que use y abuse de ella. ¿Por qué no puede ser al revés? ¿Qué tal si se dijera que el hombre le debe obediencia a la esposa?...
En realidad, en una relación matrimonial adecuada, la protección se la deben ambos integrantes de la pareja en forma recíproca, llevar adelante el hogar es tarea combinada de ambos, y el vínculo no puede jamás implicar obediencia, sino el acuerdo de ambas partes sobre el tema que sea.
Tiene que haber complementación, tiene que haber mutuo apoyo, tiene que entenderse que hombre y mujer están en pie de igualdad.
Así las mismas leyes deberían tipificar al vínculo matrimonial actual.
Y lo que ese vínculo demanda sustancialmente, es que la pareja esté unida en tanto haya un ejercicio libre, amplio, e intenso del amor, de cariño, de afecto, de comprensión, de entendimiento, del gusto y gozo por estar juntos, de la satisfacción de poder juntos, llevar adelante un hogar.
De eso sustancialmente se trata.
Pero la sociedad latinoamericana en especial, tiene el síndrome del machismo aún muy metido dentro suyo. En algunos países mucho más que en otros.
No basta con decir que es algo antropológico, o que deriva de cuando en el Medio Oriente se cambió la vida nómada por la sedentaria.
Hay orígenes y razones más profundas que siguen permeando nuestras sociedades al día de hoy.
Mi intención en una próxima nota es ir en búsqueda de las raíces de ese síndrome.
Entre tanto, he aquí una canción cuya letra trasunta claramente el síndrome machista.
Es mexicana, y se titula "La media vuelta" y la canta José Alfredo Jiménez.
Cierto que la canción tiene dos partes: por un lado está el "yo quiero" del hombre, que pretende que su mujer va a hacer lo que él le indica.
Por otro lado, es un hombre "cornudo" que la manda a que la besen otros, y si acaso encuentra algo mejor, él se retira...
Sustancialmente, este es el macho que le da órdenes, y que se cree tan macho que ella aunque ande por ahí, no va a encontrar realmente a alguien mejor que él.
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