Thursday, March 20, 2014

EL SECRETISMO

Siempre hubo y habrá secretos.

Los secretos dichos al oído y pasados como susurros. 

Los secretos que quedan sepultados en uno para siempre y se van con nosotros cuando abandonamos esta existencia.

Los secretos que alguna vez confesamos, o tenemos la necesidad de hacerlo porque nos abruman.

Los secretos personales, los secretos de Estado.

Pero el secretismo es más que poseer o tener ciertos secretos. Es practicar una conducta por la cual vivimos de secretos y hacemos secretas u ocultas ciertas cosas arbitrariamente e innecesariamente.

Es casi como enfermizo regodearse en ocultar cosas y en transformarlas en secretas.

El malhadado caso del vuelo 370 de Malaisya Airlines, ha puesto claramente de manifiesto la actitud de secretismo de varios países.  

Cautos al grado de lo inconcebible en no decir todo lo que han llegado a saber, para no revelar que tienen la capacidad militar para hacerlo, o para no dar a entender cuánto pueden saber de algo.

Y en eso casi todos los países involucrados se han estado cuidando en no revelar hasta dónde llegan sus capacidades de detección radárica, de rastreo de zonas, de detección en el aire o el mar.

Les importa más mantener secretos, que atender al terrible drama humano que durante dos semanas arrastra el grupo de familiares de quienes desaparecieron en el avión.

Cuando se trata de vidas humanas, y del dolor de los deudos, ese tipo de secretismo resulta del punto de vista ético, inadmisible.

Pero hay gente que a nivel individual también gusta de jugar al secretismo.
Son esas personas que al referirse a alguien en una conversación, y uno preguntarles ¿de quién se trata? contestan: no te lo voy a decir.

¿Y cuál es el inconveniente, y por qué?  Si no se trata de una actividad clandestina o criminal, ¿por qué no dar un nombre?.

Hay quienes tienen Twitter, pero una frase advierte de que sólo las personas autorizadas por el usuario pueden ingresar al mismo. Y como sólo el usuario sabe quiénes son, nadie siquiera puede ver tal Twitter, sino sólo ese círculo cerrado de quienes el usuario, en el máximo del secretismo, ha autorizado a que lo compartan.

Otra forma de ejercer el secretismo, es el bloqueo. El bloqueo deliberado, exprofeso, para impedir el acceso a Facebook, Twitter, un blog, y hasta correspondencia.

De esa forma si alguien quiere ser amigo o amiga en Facebook, no tiene forma de comunicarse con el o la titular de ese FB, sencillamente porque está bloqueado. Si uno quiere seguir su página de Twitter, tampoco puede, pues está bloqueado.

Si la persona tiene un blog, todos lo podrán leer, menos quien esté bloqueado, y por tanto tenga su acceso impedido.

Y con la correspondencia, alguien podrá enviar decenas de mensajes, pero la persona ha instalado un mecanismo en su correo que automáticamente borra o pasa a "junk" los "mails" enviados por un determinado individuo. Éste supone que su mensaje llegó, pero no sabe que jamás fue visto por el/la destinatario/a.

¿Qué significa finalmente ese esconderse socialmente? ¿qué mensaje conlleva en sí, ese encerrarse bajo una caparazón, estilo tortuga?  Para mi significa un gran trauma propio, y una actitud francamente antisocial.

Justamente si instrumentos como Twitter y Facebook llevan el nombre genérico de redes sociales, pues están para eso, para hacer sociabilidad, para ser medios de comunicación eficaces y efectivos de la sociedad. De modo que una conducta de secretismo, es la antítesis misma de esas redes y de la razón por la cual han sido creadas.

En lo que me es personal, mi Twitter está abierto a toda persona que quiera seguirme. Sólo una vez, --en años-- tuve que bloquear a un individuo que ni siquiera conocía, quien --por motivos que nunca llegué a saber-- entró a seguirme en Twitter para insultarme groseramente. Como luego de una advertencia, el sujeto continuara con esa nefasta actitud, no tuve otra alternativa que bloquearle.

Pero jamás lo he hecho ni lo haría con nadie que use adecuadamente Twitter.
De la misma manera, toda persona puede ver mi Facebook, yo no me oculto ni lo hago imposible para nadie. Y si alguien me envía un mensaje y quiere chatear conmigo, pues así lo hago.

Otro tanto puedo decir de este blog. Jamás se lo cerré a nadie. Jamás pasó siquiera por mi mente impedir que alguien lo leyera. ¿Qué sentido tiene escribir algo para otros, y hacerlo para algunos solamente? Otra vez, lo absurdo del secretismo.

Mi blog está abierto a todo quien me quiera leer, y más aún, he pedido que lo comenten, que me dejen comentarios sobre los diferentes temas y artículos que escribo.

Yo busco el contacto, la comunicación, el diálogo. Porque en eso se basa la relación humana, y no en el secretismo.
enigma
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