Al celebrarse el 8 de Marzo el "DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER" UN HOMENAJE SINCERO A TODAS MIS BUENAS AMIGAS, y esta nota de hoy, con gran cariño para quien dentro de unas décadas será mujer.
Aclaro que el relato que les voy a hacer es absolutamente verídico.
Aclaro que el relato que les voy a hacer es absolutamente verídico.
Aquí no hay personajes ni situaciones imaginarias. Lo
único ficticio es el nombre Pily.
Pily es una hermosa niña que vive en algún lugar del mundo.
Cuando ella iba a cumplir 7 años, --el año pasado-- sus papás notaron que
había un problema –no interesa decir aquí cual— pero algo que sospecharon tenía
que ver con su salud.
La llevaron a tres pediatras diferentes, y
–curiosamente—los tres fueron contestes: “su niña está bien, no tiene nada” les
dijeron.
Sin embargo, los progenitores de Pily no quedaron
satisfechos.
Averiguando, dieron con otro pediatra, y éste les
confirmó la sospecha que tenían.
Todo esto lo llegué a saber de fuente directa.
Entonces ellos decidieron tener una cita con la máxima
eminencia médica en su país, especializada en el problema de Pily.
El día de la cita, en mi pantalla de la laptop tenía
la imagen de Pily (la que había podido conseguir hasta entonces), la foto del
especialista que la iba a examinar, y la foto del hospital donde el
especialista tenía su despacho.
Sabía inclusive a qué hora exacta tenían la
entrevista. Y media hora antes comencé a orar por Pily, por sus padres y por el
especialista, cuyo nombre completo tenía también.
Mi oración era porque la entrevista fuese provechosa,
porque el especialista guiara a esos padres afligidos, y trazara un tratamiento
para la niña. Afortunadamente eso ocurrió.
Desde entonces, y ya va para más de un año, no ha
pasado día en que yo no haya elevado una oración por la salud de Pily.
Pero tenía preparado algo más. Porque si la oración es
importante, la misma tiene que ser refrendada por la acción. Pensé hacer algo
más concreto por esos padres, y por Pily. Así es que tomé esa iniciativa.
Pasó el tiempo, pasaron los meses, poco menos de un año aún, y a pesar de orar por Pily
diariamente, de esa iniciativa que yo había pensado, ¡me olvidé!.
Es que no me encontraba con los elementos
pertenecientes a la misma con frecuencia, o siempre, como para tenerles en
cuenta.
La semana pasada, revisando unos cajones de un mueble, de pronto, bien guardado, hallé algo: dentro de una bolsita de
nilón, bien doblado y pegado con cinta Scotch, había otro paquete de papel, y
dentro del mismo encontré una cantidad significativa de dólares.
Entonces recordé que esa era “la bolsita para Pily”.
Mi plan era viajar un fin de semana a donde vive Pily, y con esos
dólares pagarme apenas dos noches de hotel y las comidas. Lo que quedara, (menos
unos 250 dólares de gastos) era la cantidad que les iba a entregar a los
padres, con la condición expresa de que ese dinero fuese para pagar el
tratamiento de su pequeña hija.
Claro que si los padres me cobijaban en su casa por
esas dos noches y ahorraba en hotel y comidas, todo el dinero ahorrado, iba a ser para Pily.
Me sentí feliz por la aparición de la bolsita, y por
la finalidad con la cual había yo guardado celosamente esa cifra. Nadie crea que es de lo que me sobra. Yo ni
soy rico ni nado en dólares, y además estoy jubilado. Mi situación económica es
ajustada, tanto que estoy buscando trabajo, pero amigos, hay que dar de lo
que duele, no de lo que sobra.
Era mi aporte de corazón, por una niña que quiero ver
bien, y para ayudar a sus padres que en ella sin duda, tienen un gasto extra.
Pero, debo agregar para completar este relato real,
que el impulso que entonces tuve para llevar esa bolsita a sus destinatarios,
a pesar de toda mi buena voluntad, hube de detenerlo.
Por razones que no son del caso exponer aquí, creo que
si hubiese viajado al país de Pily tal vez no habría sido recibido.
Y aún si lo hubieran hecho, y yo quisiese entregarles
el dinero, me lo habrían rechazado, simplemente
diciendo que no lo podían aceptar (una cuestión de pundonor), o –lo peor—
alguien de la pareja tal vez lo hubiese malinterpretado como una prebenda, como queriendo “comprar” su amistad, o
algo así, lo cual por supuesto, me es absolutamente ajeno.
Pero hay personas difíciles de tratar y con las que es
más difícil a veces, congeniar.
Especialmente cuando se ponen a buscarle cinco patas
al gato, en las cosas más sencillas y simples de la vida como son el cariño y
la solidaridad.
Atribuir a “la bolsita para Pily” otra intención más
allá de la específica para la cual la creé y destiné, seria un absurdo total y
hasta resultaría ofensivo.
Pero bueno, también de absurdos se compone la vida. ¡Y
uno se los tiene que aguantar!
Resultado: “la bolsita para Pily” sigue apartada,
sigue conmigo, y yo sigo orando cada día por la niña.
También un par de objetos que me fueran oportunamente
pedidos, siguen conmigo.
Tal vez, en algún momento, la actitud cambie, yo pueda
viajar, ser bien recibido, entregar la bolsita y los objetos, y así, quedar yo
en paz con mi conciencia, y ellos con los objetos que me pidieron, y lo que les
quise obsequiar de corazón, para el bien de Pily.
Mientras, seguiré esperando...
enigma
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