En mi artículo anterior me referí a la violencia.
Violencia que debería preocupar a las autoridades de la salud. En particular a la Organización Mundial de la Salud, y a su representante para las Américas, la Organización Panamericana de la Salud.
Porque la violencia se ha transformado en una verdadera pandemia. Ya pasó el grado de epidemia, es una pandemia. Como puede ser la de un virus que infecta mortalmente a la sociedad no importa en qué país sea.
Y eso es lo que le está ocurriendo al mundo. Y mientras no se haga nada, se es cómplice de la violencia por omisión, por no actuar.
Sería larga la lista, para enumerar las causas de la violencia, pero voy a señalar algunas, las que me parecen más importantes.
En primer lugar, la pobreza y la miseria. Raíz de todos los peores males de la sociedad planetaria. Porque es en los "slums" de los diversos países, donde se gesta el crímen, el robo, el asalto, el asesinato, la prostitución, la explotacion de niñas y niños, el tráfico de personas. Y porque es allí mismo donde medran los narcotraficantes, donde encuentran a sus "mulas" para llevar la mortal carga en sus propios cuerpos. Es allí donde se genera una contra-cultura que no parte ni tiene en cuenta los valores del resto mayoritario de la sociedad.
Una contracultura que tiene sus propias reglas, y sus propios "valores" que difieren completamente de los de la sociedad organizada, respetuosa de la dignidad de cada ser humano.
Pero responsables son las sociedades y sus gobernantes --muchos de ellos corruptos y corruptibles-- que se preocupan más de hacer sus negocios para devenir en millonarios, que de atender a un sector social totalmente marginado, que sin embargo a través de sus diversos actos de violencia, dice "aquí estamos", "¡nosotros también existimos!".
Y así como las sociedades no quieren ver sus propias lacras y cierran cómplicemente los ojos, cuando son culpables de todo cuanto acontece, así también las iglesias han abandonado su causa principal que es la evangelización de las masas. Esos valores cristianos que se han perdido, que han anegado en el olvido, determinan también la falta de un autocontrol de las gentes, y de vivir conforme a ciertas reglas y pautas que les hacen mejores como individuos.
Y ante esos ojos que no quieren ver, y esa mudez de quienes deberían permear de valores la sociedad, los que están en el poder máximo del mundo, los que lo manejan desde trastiendas, generan guerras, donde los de menos recursos van como reclutas, muchas veces a morir a muchos kilómetros del hogar que dejaron detrás. Y la hipocresía de los honores póstumos y de los discursos de ocasión, no borran la miseria moral que significa mandar a la muerte a los menos poderosos, para que los hiper-poderosos se llenen sus bolsillos de dinero totalmente mal habido. Dinero manchado de sangre.
Pero hay más, porque la violencia se transmite por los medios masivos de comunicación. Ahí están los estudios de grabación, inundando los oídos de los jóvenes con el rap, cuyas letras son un dechado de violencia, de destrato a la mujer, de instar a la violación, y del lenguaje más obsceno que se pueda imaginar. Pero eso vende. Eso es lo que deliberadamente se les mete en la cabeza a los jóvenes. Ahí está una fuente clara de anti-valores.
Están los que producen juegos electrónicos. Juegos que los padres desprevenidos y zonzos compran a sus hijos que caen como ovejas al matadero, luego de verlos publicitados. Y esos juegos contienen la mayor violencia que se pueda imaginar. Sonido, imágenes brutales, donde el ser humano se transforma en algo masacrable desde las más variadas formas, es lo que los monstruos de la humanidad buscan también meter en la cabeza de los niños, y muchachos.
De paso, esos "entretenimientos" les alejan de los hábitos de lectura, de estudio, de concentración en lo que vale la pena. Entonces surje la compañía compinche de sus pares, las fiestas donde corre alcohol y droga, el sexo sin control y desprotegido, las niñas que quedan embarazadas, de "padres" que no aparecen. Y esas criaturas que vienen ¿qué futuro tienen, qué les espera?
Pero además, sin educarse, sin cultivarse, esos jóvenes son vidas perdidas, no son un futuro para sus países, son una carga tremenda que soportar, y ellos mismos terminan por comprobar que son nulos. Pero los hiper-poderosos gustan de sociedades de "zombies", de idiotas que no piensan ni analizan, y que se "tragan" toda la propaganda, y todo el condicionamiento de que son objeto.
El veneno también se destila en cierto tipo de películas, y por si eso fuera poco, se alienta de manera aparentemente más respetuosa, sutil, formal, a través de documentales sesgados, y de los conductores de progamas de noticias e informacion de las principales cadenas de televisión, radio y diarios del mundo.
Entonces también a través de esos medios, se alienta y justifica la guerra, o la represión. Se caracterizan esquemáticamente a "buenos" y "malos". Se hace pensar a la gente en términos de blanco y negro. Se miente a sabiendas, se tergiversan hechos y datos. Se disemina información tendenciosa y falsa, y se oculta otra. Muy pocas veces, excepcionalmente, se brinda una información completa para que el televidente, oyente o lector, juzgue por sí mismo.
Y esto es lo que influye la sociedad toda. Lo que permea a la sociedad toda.
Y si no nos unimos los ciudadanos honestos del mundo, el planeta todo camina hacia su inexorable auto-destrucción. Porque esta pandemia de la violencia luego se refleja en el ámbito íntimo de la familia, en que hasta la relación sexual de la pareja puede ser violenta, en desmedro de la mujer siempre. Y ahí está la llamada "violencia doméstica".
Y esta pandemia aqueja las relaciones laborales en la oficina o la fábrica. Con maledicencia, chismes, tergiversación deliberada de hechos, complots, movidas de piso, y cosas semejantes, que pueden costar el empleo a personas. Y aún enfrentamientos violentos directos, a los gritos, insultos y ataque físico.
Y esta pandemia se suelta de amarras completamente en los estadios deportivos, donde el enfrentamiento entre dos clubes, se transforma en una guerra de hinchadas.
Y en el campo político-ideológico, donde los jóvenes militantes, trabajados mentalmente, --porque siempre habrá "intelectuales" que no arriesgarán un pelo de sus propias personas-- que escribirán libros, y darán arengas en discursos públicos, y animarán a que otros --no ellos-- se enfrenten con la policía o soldados, y se jueguen sus vidas.
Porque hay sí, predicadores de la violencia. Malditos que usan sus inteligencias para el mal, para la destrucción, para la muerte. Para promover el odio y la venganza entre seres humanos, para racionalizar el atentado, el terrorismo, el asesinato, y la subversión de una sociedad toda, de todos sus valores.
Hay pues, responsabilidad de las autoridades mundiales y regionales de la salud por encarar la violencia como una pandemia. Médicos, psicólogos y psiquiatras, tienen allí un gran desafío, pero también la oportunidad real de hacer algo en bien de los habitantes del planeta.
Hay responsabilidad de las autoridades eclesiásticas, de promover los auténticos valores del amor, el respeto, la dignidad, la honestidad, el bien.
Hay responsabilidad de los gobiernos, de hacer que sus ciudadanos no sigan siendo envenenados por una sociedad de consumo que tiende deliberadamente a destruir los lazos que unen a los seres humanos, o de subvertirlos de tal forma que haya una ausencia, un vacío de valores. Se promueve la confusión, se promueve la duda, se promueve el no saber qué está bien o está mal, o el "todo vale".
Y hay responsabilidad en los dueños de los medios --en los países lationamericanos-- de desafiliarse y des-asociarse con los productores de lo maligno, para no caer en el tentador juego de hacer lo que esos productores quieren y difunden. Cerrar el paso a la maldad, y abrir el paso al bien, a lo constructivo, a lo que transmite valores.
¿Es posible esto?. Sí claro que lo es. Sólo se requiere no ser corrompible, tener valores propios y jugarse decididamente por ellos. En otras palabras, voluntad y decisión propias.
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