Siento que es mi hora de pedir perdón. Y no al Ser en Sí, que ya me lo ha concedido, sino a mis congéneres, a mis hermanos humanos.
Si les he ofendido de palabra o de hecho, no con insultos o palabras soeces que no están en mi estilo, pero sí siendo duro con equivocaciones, tergiversaciones, malas intenciones, explotación comercial, y muchas otras cosas que me resultan intolerables, les pido perdón.
Soy sincero y honesto, y no puedo callar ante lo que está mal, pero, tal vez, admito que puedo haber equivocado el tono, o que no encontré las palabas más adecuadas para expresarme. Después de todo si de algo estoy convencido es que no nací para diplomático. El cinismo y la hipocresía no tienen cabida en mi ser.
Eso que algunos llaman tacto, o urbanidad, suelen no ser mi estilo, y pido perdón por ello, porque puedo resultar gratuitamente ofensivo sin tener la intención de serlo.
Pido perdón por las veces que he podido equivocarme y no he dado el brazo a torcer, no he aceptado mi error.
Pido perdón por amar sin reconocer barreras, cuando lo más cauto o apropiado es siempre tenerlas en cuenta, sin bien el el corazón tiene razones que la razón no entiende. En realidad jamás ha sido mi intención destruir nada, provocar discordia, o separar lo que está unido. Si lo está verdaderamente, nadie lo puede separar, y si es separable, es porque no está realmente unido.
Pido perdón por no saber exteriorizar mejor mis sentimientos, por generar dudas o dar margen a desconfianza, cuando me considero coherente, responsable y trato de ser espontáneo, y decir con todo mi ser lo que siento y cuanto siento.
Pido perdón por no hacer más por los pobres, por los marginados, desvalidos, por los enfermos, por los heridos, por los desplazados por guerras, y especialmente por los niños que viven en medio de todas esas circunstancias.
Pido perdón cuando me he despistado o confundido y he confundido a otros sin saberlo.
Y pido perdón por no atreverme a decir públicamente ciertas verdades, porque en el mundo en que vivimos, decirlas equivale a que a uno lo maten.
Espero me entiendan y me comprendan.
Todo el que tiene vida pública --y yo la tengo-- se expone a muchas cosas. Criticas, malevolencia, envidia, traición. discriminación. Pero una cosa quiero decir bien en claro, yo tengo profundas discrepancias con algunas personas, pero jamás he considerado a esas personas como mis enemigos.
Si alguien ha llegado a considerarme su enemigo, eso corre por su entera cuenta, nunca de mi parte.
Después de todo, somos seres humanos, por tanto imperfectos, expuestos a errores y equivocaciones. Todos.
Se aplica pues, ser más tolerantes. No para transar con lo que es injusto, pero sí para entender que lo injusto también es producto de los errores que podemos cometer por ser humanos, por tanto, imperfectos.
Agradezco al Ser en Si ser imperfecto, y no una máquina o un robot. Lo prefiero mil veces, porque una máquina no siente ni ama.
enigma
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