La televisión, el cine, y los juegos electrónicos "para los niños", enseñan hasta el hartazgo que el ser humano es un objeto al que se le pega, castiga, mata a cuchilladas, machetazos, o balazos, cuando no con una granada o una bomba. Y no me refiero a un campo de batalla, a lo que ocurre en una guerra (la más grande violación de todos los derechos humanos) me refiero a la vida en una ciudad.
Entonces llego a preguntarme: ¿qué valor le adjudicamos a una vida humana?, ¿a un congénere?. ¿a un ser humano concreto?
Si ahora hay quien secuestra mujeres y las pone a la venta, y se cree con derecho a hacerlo.
Si el tráfico de personas, va de la mano del trafico de armas y de drogas ilegales.
Si la drogadicción está afectando de tal manera y a tal grado que aumenta la criminalidad por la doble causa: se asalta, roba o mata, drogado; y eso con el fin de conseguir dinero con el cual pagar para seguirse drogando.
Esta es una pandemia mundial, y bien haría la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud, en considerarla como el tema más urgente que toda otra enfermedad, que está masacrando al mundo.
Algo hay, un factor hay, que lleva a que jovencitos y jóvenes quieran "probar" una droga, y terminen haciéndose drogadictos.
Vivimos en un mundo en que cada vez menos el ser humano es capaz de destacarse y lograr superar marcas o sobresalir, si no es al costo de algún tipo de estimulante o de cierta artificialidad en algo.
Asi los deportistas usando esteroides, así los cantantes notoriamente usando drogas que les hacen transpirar copiosamente en el escenario (y no porque haga calor), así tantos otros que juegan con su existencia -porque van a vivir mucho menos-- para tener un efímero momento de fama, o de ganar dinero que de otra forma lo tendrían pero en menor proporción.
Pero, ¿qué se descubre detrás de todo este mundo desquiciado? La pérdida total de valores.
Si un papel desempeñó por siglos la religión --especialmente la cristiana-- ha sido inculcar lo sagrado de la vida humana. Cuando eso no está presente, permeando todos los rincones de una socieadad --no importa el nivel económico de sus integrantes-- entonces se genera un enorme vacío.
Pero las religiones mismas se han corrompido. Algunos cristianos en América Latina apoyaron y financiaron terrorismo y guerrilla. Asi como dentro del Islam hay apoyo a al-Qaeda y otros grupos terroristas y fanáticos. Entonces el vacío se aumenta.
¿Y quién lo llena? El show de TV, o el partido en el estadio, o la manifestación de protesta que se torna violenta, más los agitadores e ideólogos profesionales que están detrás. Y el lema es: destruir cuanto más se pueda. Romper vidrieras de los comercios, enchastrar los frentes de las casas y oficinas con pintarrajeadas, romper vidrios de vehiculos e incendiarlos, en una palabra, sembrar el caos.
¿Qué se gana con todo eso? Atemorizar a la gente simple y sencilla que quiere vivir en paz, sin temor, sin zozobra. Que quiere poder transitar tranquila por las calles de la ciudad que por años ha sido suya. Que quiere que sus niños no corran riesgo alguno. Que quiere que su hogar no sea asaltado, invadido, robado o destrozado.
Gente que tiene el derecho a vivir, y que siente que está arriesgando su vida a cada minuto por culpa de individuos asociados para delinquir.
Gente que se ve forzada a poner rejas en sus casas, a instalar alambre de púa y electrificado, o cámaras de TV en circuito cerrado para seguridad. Gente que tiene que contratar un servicio de seguridad por internet para controlar su casa a distancia. Gente que se ve obligada a modificar sus hábitos cotidianos, a elegir rutas diferentes para ir al trabajo, y especialmente a proteger y salvaguardar a los niños de que sean secuestrados, o sufran algún daño personal.
Y las autoridades, o se parapetan en estúpidas consignas ideológicas, son netamente inservibles, incapaces, o bien son corruptas y dejan hacer, porque alguien o algunos, lucran con esa miseria en las calles.
Y el pueblo sufre, y el ser humano concreto sufre. En Siria, en Nigeria, en Ucrania, en México, en Centroamérica, en Venezuela,Brasil, Argentina y Uruguay.
Las situaciones son distintas, pero el resultado, es un ser humano degradado a cosa, por tanto, descartable, desechable.
La humanidad avanza a pasos agigantados hacia su autodestrucción.
Y eso no lo frena la tecnología, cuando ésta está mal usada. Justamente al servicio de quienes por pura explotación económica a su beneficio, no les importa corromper a la humanidad.
Sólo que, al final, todo se va a revertir contra ellos, y van a pagar muy pero muy cara su osadía de considerarse por sobre y al margen de la destrucción que crean cada día.
El mal que gestan, los va a engullir finalmente como una gigantesca ola.
Aún es tiempo de tomar conciencia y hacer algo. Pero hay que unirse, hay que formar un cordón mundial, una cadena de respeto al ser humano, de sentido común, y de búsqueda de una vida diferente, con orientación holística y universal.
Necesitamos poner en práctica el amor, para lograr la paz.
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