La riqueza, la opulencia, el derroche, --si tenemos un mínimo de conciencia y de sentido de solidaridad humana-- jamás pueden hacernos felices. Nos darán o no fama, harán que muchos nos sirvan por interés, nos concederán un tratamiento VIP, pero en el fondo, eso no añade ni un cabello más en nuestra cabeza.
Y por el contrario, nos obliga a recluirnos, a no poder andar libres por un parque, playa o calle. Siempre rodeado de un séquito de guardaespaldas, siempre saliendo rápido hacia un automóvil --posiblemente blindado-- y tal vez teniendo la compañía de una hermosa mujer, que no está con nosotros por cuanto valemos, o por amor, sino por las cuentas bancarias que tenemos, o los suntuosos regalos que le podemos hacer.
Francamente, eso para mi no es felicidad. Es una desdicha disfrazada.
Ser sencillos nos ahorra todas esas complicaciones, y nos permite tratarnos con quien sea sin barreras y sin problemas. No seremos objeto de secuestros, y nadie tiene por qué odiarnos.
La sencillez abre las puertas para encontrar la felicidad en las cosas simples y pequeñas que la vida nos ofrece a raudales. Por ejemplo, nos hace feliz la belleza y el perfume de una flor.
Encontramos felicidad en un viaje que podemos hacer para conocer otro país, otra cultura, y aprender algo de su lenguaje y costumbres. Saber de su historia, llegar a comprender su mentalidad.
Nos hace feliz estar en familia y con la familia. Especialmente cuando por circunstancias que no hemos buscado o determinado nosotros, vivimos geográficamente lejos unos de los otros. Reunirnos, compartir una mesa juntos, es un motivo de auténtico regocijo.
Nos hace feliz la conciencia del deber cumplido. El logro en el empeño puesto en el estudio o el trabajo. El reconocimiento de nuestros pares, y el sentido humano
solidario que nos lleva a ayudar a otros.
Nos hace feliz sentir a raudales el cariño, que como un torrente de agua tibia se derrama sobre nosotros, en el afecto que nos demuestran nuestras amistades, quienes nos quieren bien.
Nos hace feliz vivenciar sentimientos profundos e intensos, el amor, el gusto, la pasión, lo erótico, con quien es nuestra pareja.
Son cosas simples, nada rebuscadas, pero reales, concretas, de la cotidianidad, las que nos hacen felices.
¿Lo comparten, o no están de acuerdo?
enigma
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