Y es cierto aquello de que quien más dá, más recibe. Y no se recibe tanto en la gratitud que otros nos demuestran, como en la propia conciencia de haber cumplido con un deber ético. Con una obligación surgida de la amistad.
Siempre he dicho que la amistad --después del amor-- es el sentimiento y el lazo más estupendo que nos une a nuestros congéneres.
Esa amistad se plasma en hechos, en realidades. Se forja en el encuentro, en la comunicación, el en compartir pensamientos, sueños, y problemas con confianza y apertura. Se forja también pidiendo cosas que uno puede hacer.
Cuando esa amistad es genuina, le sale a uno de dentro mismo, querer ponerse a las órdenes, servir, estar allí donde se le necesita. Y echar el resto si es necesario. Andar la "segunda milla", como lo dijo el Maestro de Galilea.
Hoy me tocó hacer eso, y lo hice con total responsabilidad --como corresponde-- pero una vez cumplido todo, sentí la dicha inmensa de haberlo realizado.
Una querida amiga se sometió a una intervención quirúrgica. Me pidió que le pasara a buscar cuando le diesen el alta en el hospital, y eso hice. Entre medio fuimos a tomar un café, y luego a adquirirle un medicamento que le habían recetado, para finalmente dejarle en la puerta de su edificio de apartamentos.
No, no es ningún acto heroico. Tiene la simplicidad de algo intrascendente para el resto del mundo. Pero para esta amiga, descansar en mi para todos esos propósitos, fue muy importante. Llevarle del brazo, cuando todavía estaba bajo los efectos de la anestesia, ayudarle a ascender y descender de mi automóvil, son pequeños detalles que nutren el episodio total.
No me estoy alabando por lo hecho. Lejos de mi tan estúpida vanagloria. Lo que quiero significar y transmitir a mis lectores, es la inmensa satisfacción que se siente cuando se ha hecho algo por un/a amigo/a. Sea lo que sea.
A veces se nos impone un sacrificio mayor, o más prolongado. A veces puede ser lo puntual, lo de un momento y un seguimiento y estar a las órdenes por cualquier cosa que suceda.
Pero nada paga esa satisfacción personal de haber hecho el bien. De ser realmente amigo, de ser alguien en quien se puede confiar.
Quienes me conocen saben que soy de esa manera, que actúo de esa manera, porque es parte de mi.
Yo les invito a que den de su tiempo, de su talento, de su capacidad física, de sus medios, en favor de una causa noble, o concretametne de una persona que en un momento tiene una específica necesidad.
Amigo/a es alquel/la que está en las buenas, pero más aún, en las malas, o en las dificiles. Allí donde realmente se precisa de una mano fraterna. De comprensión, de aliento, de acompañamiento.
Y cuando ello se hace, se siente una inefable felicidad interior.
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