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En los manuales de psiquiatría CIE-10 y DSM-IV, se define a la homosexualidad como "trastorno de la identidad sexual".Hoy intercambiaba mensajes en Twitter con una amiga que se esforzaba por querer dejar a un lado la palabra "problema", porque ella sostenía que una persona era transexual por su naturaleza.
Yo discutía que habían varias posibilidades: 1) un problema genético; 2) un problema hormonal: 3) un problema de formación por el entorno familiar y/o social en que crece la persona.
De modo que si bien no descartaba el aspecto de la naturaleza, no es natural ser homosexual o bi-sexual. Es una alteración de la conducta normal esperada tenga un hombre o una mujer, si al nacer hay factores genéticos u hormonales que así la determinan.
Pero desde mi punto de vista, esas situaciones son minoritarias. En la mayoría de los casos, aparecen factores de familia y/o del medio social.
Una educación muy restrictiva por parte de los padres, culminan por anular a la persona, o generarle timidez y temores. La persona se ve constreñida a no tener más que un trato superficial con el otro sexo. Pero como el sexo es igualmente una realidad, y por momentos avasalladora, encontrará solaz en alguien del mismo sexo, que no le plantea los problemas de tener que ver con el sexo complementario.
He conocido casos de madres dominantes, absorbentes, donde los hijos pasan a ser totalmente dependientes de ellas, a tal punto que ni se atreven a desobedecerlas o confesarles sus pulsiones sexuales.
No escapa a ese mismo cuadro familiar, una presión psicológica muy grande del punto de vista religioso.
La inserción de la religión --especialmente la católicorromana-- en el seno de la familia, puede en muchos casos, crear una traumática represión del sexo. Visto como algo sucio, pecaminoso, de lo que no se habla, y menos se vive en libertad y a pleno, las personas son llevadas a reprimirse, a volverse contra sí mismas, a sentirse culpables.
Eso causa verdaderos trastornos de personalidad, porque en vez de aceptar al sexo como un don natural dado por Dios para disfrutar y procrear, se le ve sólo bajo el aspecto de la procreación, haciéndose de todo lo demás un pecado, ¡hasta de la masturbación!.
El extremo absurdo al que la religión lleva a algunas personas, hace la desdicha de las mismas, y de pronto, la válvula de escape de toda esa tremenda "olla de presión", es vivir una vida oculta, en que la homosexualidad provee el alivio que la persona no se anima a obtener por la vía de la relación plena con el otro sexo.
Está también el contexto de la pobreza, donde individuos degenerados, pedófilos, abusan de niños, a quienes de pronto conquistan con golosinas, regalos, idas al cine, etc. a cambio de tener relaciones con ellos, y bajo amenaza de que no digan nada a sus padres.
Ese niño, ¿qué va a ser cuando llegue a la pubertad o juventud?, ¿qué sexo ha conocido y practicado?. Luego descubre que puede usarlo como mercancía, y entonces transforma totalmente su cuerpo mediante hormonas, depilación láser, implantes de senos, y termina hasta actuando en TV, o simplemente ejerciendo la prostitución. ¿Nació así?, ¿la naturaleza marcó su destino?. No, lo marcaron la miseria y el ambiente que le rodeó.
También con el tiempo una persona puede modificar o cambiar sus gustos, sus tendencias, a partir de un concepto más amplio o diferente de lo sexual, donde se siente de alguna manera atraída por gente de su mismo sexo. O al menos reduce completamente su sentido de apartamiento o discriminación hacia esas personas, y es capaz de integrarlas a su círculo de amistades, o conocidos, etc.
Por otra parte, es interesante que las lesbianas, gays y transexuales, definan lo suyo como "orientación sexual". Esto lo transforma aún más en algo cultural. Porque si se trata de orientación, es un acto volitivo, donde la persona decide qué quiere ser y cómo vivir.
Por supuesto que en esa decisión seguramente inciden los factores que he mencionado más arriba. Genéticos, hormonales, del entorno familiar y/o social, etc.
Ahora bien, llegados a este punto, considero que cada quien tiene derecho a vivir como quiera, y que nadie puede imponerle a nadie su estilo de vida sexual, ni las transformaciónes o no que quiera operar en su propio cuerpo, para ser la persona que desea y quiere ser.
Y pienso que debemos ser realistas. Ni elitistas y menos discriminadores.
Tenemos que aceptar que vivimos en medio de una sociedad donde estas personas existen.
Por supuesto, es opción de cada quien relacionarse o no con ellas, y a qué nivel.
Pero es la realidad. ¿Puedo trabajar en una oficina donde sé que hay gays o lesbianas y evitar tener que reunirme o tratar asuntos de trabajo con ellos o ellas? No.
Y si con el tiempo, por afinidad de conceptos sobre la tarea, o por el hecho de tener que tabajar en equipo para proyectos específicos, llegamos a hacer amistad con esa persona, ¿automáticamente nos transforma en homosexuales? No, en manera alguna. Con el debido respeto que mutuamente se pueda tener, cabe igualmente un lugar para una sincera amistad.
Eso sí. No comparto, y me disgusta sobremanera, la imposición. Nadie está obligado a tratarse con alguien con quien no quiere tener trato.
Tampoco concuerdo con que entidades públicas o privadas se vean presionadas a tener que tomar a estas personas como empleados, no por sus talentos y capacidades, sino mayormente por el hecho de ser homosexuales, para cumplir con una cuota y de esa manera satisfacer eso estúpido a lo que se llama "políticamente correcto".
Entrar a trabajar en función de ello, desmerece y descalifica a la misma persona a la que se supone se le está haciendo "justicia".
Sí entiendo que el hecho de la que la persona tenga una orientación sexual diferente a la de la inmensa mayoría, no debe ser un factor ni a favor ni en contra de ella para acceder a una actividad, tarea, empleo, etc. No debe discriminarse en ningún sentido.
Tampoco es éticamente aceptable el exhibicionismo, el andarse besando o toqueteando en público, porque las actitudes escandalosas sólo tienen como consecuencia crear aversión, separación, cuando no odio o violencia. Ello debe evitarse a toda costa.
En la intimidad, cada quien tiene derecho a vivir su sexualidad a pleno y como más le agrade. Públicamente, corresponde no dejar de ser quien se es, pero no escandalizar a nadie, no provocar reacciones negativas.
En otras palabras, actuar con decoro.
Resumiendo, tenemos que ver a estas personas como lo que son: seres humanos. Y como tales pienso que nuestra relación con ellas como con todos los seres humanos ha de ser de Paz, Amor, Compasión, Respeto y Decoro.
Bajo estas premisas fundamentales, podemos convivir sin problemas en la sociedad moderna. Una sociedad que ha dejado definitivamente atrás el ocultamiento, el tabú, el disimulo y la hipocresía.
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