Sin mirar a quienes nos rodean. Sin encontrarnos frente a frente, cara a cara, y mirarnos a los ojos, con los cientos o miles de "amigos" que nos pueden seguir en Facebook, Twitter u otra red social.
O los que pueden intercambiar mensajes electrónicos con nosotros.
Cada vez que se introduce una tecnología, está para servirnos, pero no para ser siervos de ella.
Cuando caemos a ese grado de dependencia, hemos perdido nuestro libre
albedrío, nuestra personalidad misma. Nos hemos transformado en esclavos, cabeza gacha, delante del celular, o ante la PC o laptop.
Dejamos de entendernos con el otro o la otra citándonos, dialogando, mirándonos, sonriendo, expresándonos con todo lo que somos.
Nos perdemos en el mar del tecleo y la lectura. Deformamos el idioma para abreviar frases, y terminamos hasta ignorando al mismo, y no sabiéndonos expresar correctamente, cuando debemos hacerlo.
Perdemos cultura. No porque la internet no nos abra las puertas de las bibliotecas más grandes y las universidades más importantes del mundo. Sino porque quienes utilizan esas herramientas inteligentemente, son muy pocos. Son los investigadores, los "researchers". Pero en general, la vasta mayoría de la gente usa esos preciosos medios electrónicos para escribir estupideces, tonterías, ñoñerías, o palabrotas soeces, hacer "bullying" y cosas semejantes.
O sea un desperdicio de la tecnología de que se dispone. Otra forma de denigrarse y des-humanizarse.
Es necesario darle un tiempo a esos adminículos, pero no caer en ser dominados por ellos al punto de no hablar con nadie, no mirar a nuestro alrededor, y aislarnos en forma patológica, del resto del mundo real, para sumirnos en el mundo virtual.
Sí, la tecnología es inescapable, pero su uso, para no sucumbir, es superable.
Lo ganamos si salimos con amigos, o con el ser que amamos. Si caminamos al aire libre por un parque, o una playa. Si hacemos que los niños jueguen entre ellos. Si volvemos a darle lugar al tobogán, las hamacas, o una pelota.
Es simple, es sencillo, pero es importantísimo en esta era que nos toca vivir.
El aislamiento social, el sedentarismo que engorda, todo eso, es nocivo.
¡A tenerlo presente! porque en ello, nos va la misma salud.
enigma
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