Wednesday, May 14, 2014

EL DIÁLOGO: BASE DEL ENTENDIMIENTO



Estamos dotados de un cerebro que da forma a nuestros pensamientos, ideas, sentimientos. Y tenemos cuerdas vocales para expresar en palabras todo ello.

Las palabras constituyen la forma básica de comunicación entre los seres humanos. Sin duda, está el lenguaje de las señas, el de los ojos, el gestual, y hasta el telepático. Pero no necesitamos irnos tan lejos. 

Cuando se pronuncian palabras, se toca al cerebro, al pensar y al sentir de la otra persona, que seguramente nos responderá. Eso es dialogar. 

Ahora, se requieren obviamente ciertas reglas básicas para el dióalogo. La primera de todas es el respeto de la otra persona, así que piense diametralmente en forma opuesta a nosotros. Lo segundo, es usar un vocabulario correcto, adecuado, no avasallante, impertinente o soez.

Para que el diálogo sea eficaz, se requiere imprescindiblemente escuchar. Mirar a la otra persona a los ojos, analizar sus gestos mientras dice algo, y oir muy atentamente sus palabras.  Sólo así nuestra contestación puede ser válida.

Pero antes de que el fenómeno de la comunicación mediante el dialogo se dé, es menester que haya la voluntad de comunicarse. Que no haya oídos sordos, o actitudes despectivas, o meramente formales pero sin el más mínimo interés en prestar atención. 

La palabra por otro lado tiene una potencia impresionante. Bien lo saben los entrenadores deportivos, cuando sacan su equipo a la cancha y antes han tenido una converación con sus dirigidos. Bien lo saben los militares que son lanzados a la batalla, en la voz de sus comandantes. Bien lo saben los políticos, que subidos a una tribuna pueden movilizar a todo un pueblo en pro de una posición o una acción.

Esa palabra asume un peso especial, cuando es escrita. Nunca sabremos hasta dónde alcanza lo que escribimos. Más allá del diario, el periódico, la revista o el libro.

Esa palabra se transforma en comunicación cibernética, a través de la internet, ya sea que dispongamos de un teléfono celular inteligente, de una note-book, una laptop, o una PC.  Se transforma en ondas de sonido que se esparcen mediante la utilizacion de antenas emisoras, a través de la radio. En imágenes emitidas por la televisión. Y pueden llegar a tener un alcance mundial, y además, inmediato. Son relatos en sonido o imágenes de video o fijas que van hacia satélites que los captan y retransmiten.

Este es un mundo totalmente interconectado.

Por eso, debemos tener mucho cuidado con lo que decimos y cómo lo decimos.

Hay personas, confieso, que son especialistas en sacarle a uno de las casillas. Porque no dialogan, sino que ofenden, insultan, agravian, sin siquiera conocerle a uno, sin haber tratado jamás con uno, y sin tener en cuenta la trayectoria que uno ha hecho respecto de conocimientos adquiridos a lo largo de décadas. La experiencia y la pericia que uno ha aquilatado, en el ejercicio de una tarea o profesión.

Son gente que atropella como los toros, no se para en nada, y pretende aún ubicarse en una posición de privilegio, desde la cual imponer sus puntos de vista, molestos porque uno piense distinto, y con fundamentos para ello.

Confieso que dialogar con esas personas resulta prácticamente imposible. Primero porque se pierde el decoro del respeto. Y a partir de allí todo se arruina.
En segundo lugar, porque quien dialoga está dispuesto a considerar los argumentos de la otra persona. Pero estos individuos cerrados en sí mismos sólo quieren escuchar lo que les agrada a sus oidos, y arremeten irracionalmente contra todo lo demás.

Es lamentable pero así ocurre. 

Personalmente, --y esta ha sido mi invariable conducta a lo largo de mi existencia-- cuando no sé de algo, lo digo, soy el primero en reconocerlo, y escucho con respeto al que sabe, o sabe más que yo. 

Pero cuando sé de algo, me complazo en comunicarlo, tengo el gusto de compartir, de educar, de enseñar, y equipar a otros y de transferir conocimiento. Es un aspecto docente que todos podemos ejercer. Y es una hermosa responsabilidad a asumir.

En las áreas de la política y el deporte, especialmente en América Latina, tenemos que aprender a dialogar. Tenemos que aprender a buscar puntos en común en medio de las diferencias. Y sobre todo, a respetarnos mutuamente.

Ello siempre es una posibilidad. Una puerta abierta. Si la otra persona la cierra, pierde toda la riqueza a que el diálogo podría haber llevado. Es su responsabilidad. Pero en cuanto de nosotros dependa, procuremos siempre mantener una puerta abierta, un vehículo a través del cual el diálogo continúe. 

Porque eso, es profundamente humano.




enigma
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