El ocio es saludable y necesario, por lo tanto, porque se necesita llevar un ritmo de trabajo y descanso, de ocupación, y distracción o entretenimiento.
Pero cuando el ocio se transforma no en el tiempo libre, sin actividad laboral, sino en el tiempo permanente porque no hay actividad laboral, entonces considero que no es una opción saludable.
No lo es del punto de vista psicológico, porque al menos yo, siento la necesidad imperiosa de ocupar mi tiempo en algo creativo, algo util para la sociedad a la cual pertenezco, y de paso, algo económicamente redituable.
La jubilación genera una situación muy interesante: permite vivir sin que otros determinen nuestro levantar y acostarnos. Sin que otros marquen el ritmo de cada uno de nuestros días hábiles, sin que gastemos talento y energía para otros.
Pero llega un momento en que comenzamos a extrañar la falta de obligaciones, el tener que usar necesariamente el reloj, el tener que ajustarnos a horarios, viajar, y alternar con un grupo humano que son nuestros/as compañeros/as de tareas.
Ahí es cuando se plantea el trabajo como una "terapia ocupacional". Recuerdo a un querido tío que vivía en Buenos Aires. Trabajó toda su vida desde muy joven. Y cuando se jubiló hasta bajó de peso, por sentirse deprimido. Llegó a ver a un psicólogo, y éste le aconsejó que se consiguiera algún trabajo.
Tuvo la enorme suerte de que su yerno era el propietario de un bazar y casa de electrodomésticos, y le dio empleo a mi tío. Verle meses después fue como encontrarse con otra persona. Sonriente, animoso, y ¡hasta había aumentado de peso!
Yo me jubilé. Conseguí unos contratos luego de jubilado que me tuvieron ocupado, pero los contratos finiquitaron, y ahora estoy en búsqueda de un trabajo, porque para mi es una necesidad vital.
El ocio cotidiano definitivamente no es una opción. No es una opción de vida. Hace daño al espíritu, desanima, se puede llegar hasta a perderle el sentido a vivir, y eso ya es peligroso.
De modo que espero pronto conseguir algo que me permita sentirme conforme conmigo mismo, util para la sociedad, haciendo un bien para otros, que se va a revertir en un bien para mi mismo.
Francamente, se necesita ser un vago de alma, para soportar el ocio diario. Jamás podría serlo.
He trabajado desde los 18 años de edad, y mi jubilación es muy reciente como para no querer estar activo, cuando estoy en la plenitud de mis capacidades físicas y mentales.
El trabajo es verdaderamente una bendición. Es algo totalmente positivo para nuestro crecimiento como seres humanos. Nos dignifica, nos hace productivos, nos hace que seamos relevantes para los demás.
Eso sí, no hay por qué volver a hacer lo mismo que hicimos durante años, a menos que eso forme parte de nuestra vocación, como en mi caso es el periodismo. Feliz estaría de hallarme en una redacción, o ante un micrófono o las cámaras de Televisión, desarrollando un programa, entrevistando a gente importante, brindando información valiosa, y abordando temas de interés.
Pero de pronto, las opciones pueden ser otras bien distintas, que uno ni siquiera atina a pensar. Fotografía artística (me gusta mucho y desearía hacer un par de exhibiciones). Pintura. He incursionado --creo que con éxito-- en pintar retratos, y algún hecho histórico. Me gustaría incursionar en lo abstracto, o casi.
Pero de pronto, dar conferencias públicas --cosa que he hecho infinidad de veces y en distintos países-- fuese otra ocupación, aunque no tenga una retribución económica directa.
El panorama que se me abre es bastante amplio. Pienso que tendré que tomar decisiones en el corto plazo, porque reitero, el ocio cotidiano --al menos para mi-- no es una opción.
enigma
Textos protegidos por derechos de autor
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