A mi me han pedido en forma especial y muchas veces, que no dijera nada, que no publicara nada en este blog, o en las redes sociales, y he cumplido mi palabra a cabalidad.
Y puedo asegurar que alguna cosa para la que se me pidió expresamente que no dijera nada, era algo de menor importancia, pero no por eso dejé de cumplir con el silencio al cual me comprometí.
Y eso es porque soy así. Porque sé guardar un secreto, porque sé valorar y apreciar la confianza que se me dispensa al compartir algo conmigo.
Debido a una actividad que por muchos años he desarrollado voluntariamente, hube de aprender a reservarme cosas que llegaba a saber. Hubo personas que me solicitaron total discreción por razones de sus vínculos sociales, otras, por razones políticas. Y todo eso quedaba en mi, al punto de no compartirlo ni siquiera con mi esposa ni con nadie de mi familia.
Me consta que quienes me acompañaban en esa tarea, obraban de igual manera con sus familias. Así aprendimos a generar confianza en la gente, y a ser respetados.
De la misma forma, y con todo ese aprendizaje, jamás fallo a mi palabra de que en mi quede aquello que se me confía a mi discreción.
Por eso me pregunto qué ocurre, y por qué de actitudes secretistas, de personas a quienes conozco muy bien y me conocen muy bien --al menos eso creo-- y a quienes les he dado acabadas muestras de que pueden confiar en mi, y sin embargo se guardan como secretos, cosas que podrían pefectamente comentar conmigo.
Hace un tiempo --no mucho-- una persona amiga fue asaltada y golpeada en plena vía pública. A regañadientes llegó a decirme que eso le había sucedido. Cuando le pregunté cómo y cuánto la habían golpeado, y si le habían llegado a robar algo, simplemente me contesto: "no quiero hablar de eso", y bajó una cortina de total silencio.
Es entendible que alguien no quiera recordar un momento tan desgraciado y desagradable. Pero pasado un tiempo, bien que podría haberme dicho cómo le habían golpeado o dónde, qué gravedad revistió o no el golpe, si acaso cayó en la vereda o se mantuvo de pie, si le robaron y qué. Y no es por una curiosidad morbosa. Es realmente querer saber la magnitud del hecho que sufrió alguien a quien me une una amistad. Sin embargo, silencio total.
Obviamente yo no volví sobre el tema. Pero mi pregunta hoy, no sería, "dime exactamente ¿qué te hicieron, qué pasó?, sino que mi pregunta es: ¿por qué no me lo has querido contar?
En otro caso, supe muy superficialmente que alguien había tenido una discusión con su pareja. No soy chismoso, ni metiche. No es que me interese introducirme en la vida del prójimo. Pero cuando ese prójimo tiene una relación de amistad conmigo, bien que podría contarme lo sucedido, lo que discutieron, cuál fue el motivo, por qué, y cómo quedó la relación.
Y digo esto porque como amigo, a la vez, puedo prestar un serivicio. En primer lugar, analizar la situación y de pronto dar pautas, sugerencias y orientaciones para solucionar el conflicto o mejorar la relación de la pareja. En una instancia mayor, para mediar entre ambos, y lograr la armonía y paz que se merecen.
Pero este fue otro caso, donde cayó una cortina de silencio. No hubo un comentario más que llegar a decir que habían discutido...
Y otra vez me pregunto ¿por qué hacer misterio con eso?. Francamente, si me empiezan a contar algo, pues, ¡que me lo cuenten completo!, no se tiene confianza a medias, se tiene confianza y punto.
Como digo, a pesar de mi espontaneidad, de ser extrovertido, sin embargo, sé muy bien callar las cosaas que se me confían bajo el sello del secreto o lo confidencial.
Tengo un amigo --que espero visitar en lo que resta de este año, o el año próximo, sin falta. Vive en Europa, es un destacado científico. Me ha confiado cosas personales y profesionales sobre las que me ha pedido que permanecieran en secreto, y ahí se han quedado. Él sabe muy bien --y conste que nuestra relación hasta el día de hoy es vía Internet, jamás nos hemos encontrado personalmente-- que puede confiar en mi, porque le he dado sobradas muestras de que jamás he violado esa confianza.
Imagino, amigas, amigos, que de pronto a Uds. les han pasado circunstancias semejantes. Para mi, no tienen lógica ni explicación ninguna. Porque si alguien me dice: "esto te lo cuento a ti pero por favor no lo repitas a nadie", esa persona, sabe, debe saber, tiene que saber, que eso que me cuente jamás saldrá de mi.
Y con ustedes debo suponer lo mismo. Al menos yo soy de esa manera. No soy "estómago resfriado", como suele decirse. No me complazco en andar luego por ahí repartiendo lo que se me ha confiado. Esa no es mi manera de ser.
Por eso me pregunto una vez más, ¿por qué hacer misterio?...
enigma
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