Nos viene de lo que escuchamos de nuestros padres y vivimos con ellos en los triunfos de un cuadro predilecto, o del seleccionado nacional.
Yo era niño cuando Uruguay derrotó a Basil por la final del Campeonato Mundial de 1950 en Maracaná, y recuerdo la alegría de todo un pueblo y el imponente festejo a que eso dio lugar.
Nadie hizo acopio de ello para beneficio del partido político en el gobierno. Es que nada tenía que ver una cosa con la otra.
Y el éxito lo celebrábamos todos por igual.
Hay una especie de mística en el futbol uruguayo. Porque siendo un país tan pequeño territorialmente y especialmente en población, sin embrgo somos un cantero inagotable de excelentes jugadores que descuellan a nivel mundial en diferentes países.
Esto es lo que ocurre con Luis Suárez, que esta tarde, derrotando a Inglaterra con dos estupendo goles, mostró una vez más aquello de la "garra charrúa". Ese espíritu indomeñable que no se deja empequeñecer porque el otro vaya ganando o empate, y que sigue luchando, dejándolo todo en la cancha, para obtener un triunfo.
Esa es la tan mentada "garra". Y de eso, hoy, como tantas otras veces, hizo gala Uruguay, que se plantó muy bien en la cancha, que atacó muchas más veces que Inglaterra, buscando definir el partido a su favor.
La garra y la firmeza de un Egidio Arévalo Ríos, un puntal en la defensa celeste, o la voluntad de seguir luchando de Álvaro Pereira, cuando quedó desmayado por un golpe en la cara que recibió de la pierna de un adversario, y a pesar de que el médico de la selección le indicaba que dejara de jugar, él insistio en seguir jugando, y ¡vaya si lo hizo!.
Los ingleses en el segundo tiempo, trataron de ganar, y un tiro tuvo suerte y empataron, pero Uruguay no se iba a quedar con un empate, ni se iba a dar por vencido. Siguió peleando, puso tesón, empeño, fuerza, y salió airoso.
Eso es lo que tenemos los uruguayos, somos persistentes, no aflojamos, pocuramos un objetivo y nos damos enteros hasta lograrlo, ¡hasta el triunfo!
Acá en Virginia, imagino los festejos que habrá en todo Uruguay.
La gente sale a la calle con sus vehículos tocando bocina, y con banderas y carteles. La gente se encuentra y se abraza aunque no se conozcan unos a otros. Es que todos somos uno. Mágicamente, se disuelven todas las diferencias, tenemos un solo color: celeste.
Esa es también la magia del fútbol.
Seguiremos adelante todo cuanto se pueda. Y si llegáremos a quedar en el camino porque deportivamente hay equipos más jóvenes, que imponen más velocidad, o algún imponderable que nos deje fuera, habremos de irnos con honra.
Entre tanto, mi sincero homenaje a la oncena celeste, y en particular a Luis Suárez, un jugador que demuestra lo qué es saber hacer goles. Que --por ejemplo-- les muestra a los españoles, que llegaron muchas veces al área chilena, pero cuando estaban allí con la pelota, parecían marearse, y resultaban entreverados e indecisos en sus jugadas, jamás concretando, lo que les valió la derrota y quedar fuera del mundial.
Bueno, Suárez tiene la virtud de ver el gol al momento, y hacerlo realidad. Y esa es la diferencia.
¡Bien por Uruguay, esperamos más!
enigma
Textos protegidos por derechos de autor
No comments:
Post a Comment