También yo hoy me siento un poco como ese cielo gris, falto de aquella llama vital que me llevó a crecer, a andar dinámico, a pensar, sentir y latir por un futuro que creí posible.
Me miro a mi mismo, y veo los despojos, las ruinas, de aquel futuro que estaba edificando con cuidado, con cariño con ternura y con sinceridad.
No es que todo se perdió, no, pero ya no es lo mismo.
Ausente está aquella llama viva, que sostenia mi alma, y que me llevaba a luchar por la vida y pensar en un futuro diferente.
La añoro, la extraño, la quiero...pero no está. Es --si acaso, y apenas-- una llamita, una ténue y pequeña llamita, más pequeña que la que puede dar una vela cercana a apagarse, no ilumina ni da calor...pera aún está allí... Y estando allí, la esperanza no muere. Estando allí, aún quedan resquicios de aquello hermoso que fue, como para saber que si aventamos un poco esa llamita, puede volver a hacerse llama.
Y como quien atiza el fuego en una hoguera que estaba extinguiéndose, nuevamente puede encenderse y dar brillo, luz y calor. En otras palabras, puede dar vida!
Yo no quiero que esa llama, por pequeña que sea se extinga. Prefiero mantenerla así, pero necesito que aumente!! Agonizo por que aumente!! Es para mi una necesidad existencial ineludible.
Espero, aguardo, confío....
Porque la vida es bella, porque el amor es maravilloso, porque dos seres que se aman, se necesitan mutuamente.
Entre tanto, hoy, al menos hoy, me siento así. Gris, como el día...aquí, en Virginia.
Solo...rodeado del silencio de mi casa...solo...
enigma
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